Qué en su discurso de ingreso de la Real Academia de la Lengua Española se acordase de otras mujeres no fue de manera casual, Carmen Conde consiguió lo que otras grandes escritoras no pudieron por el simple hecho de ser mujeres. Ella se sentó por primera vez en un sillón de la RAE, fue en el de la letra K.

Ya había abierto puertas en 1967 cuando fue la primera mujer en recibir el Premio Nacional de Poesía, pionera y a la vez olvidada y todo a pesar de que la académica escribió más de un centenar de obras, la primera con solo 15 años. Decía que lo suyo había sido suerte, la que tuvo por almorzar un día con Gabriel Miró y cenar con Juan Ramón Jiménez. Casada con el también poeta Antonio Oliver Pernás, con él fundó la Universidad Popular en su Cartagena natal, quería que la cultura llegase a todas las clases sociales pero la guerra lo cambió todo.

En el 36 Pernás se une al ejército republicano y ella conoce a Amanda Junquera, su amiga fiel hasta el final, decía entonces en uno de sus poemarios que nadie sabía dónde estaba la luz pero que ella creía firmemente en la suya propia y ese verso da título a este libro: 'En pie la llama' una antología poética con nueve poemas inéditos que recoge los versos más destacados de la autora cartagenera.

Acusada de ser partidaria de la República tuvo que utilizar seudónimos para seguir escribiendo, fue incansable hasta que el Alzhéimer la hizo olvidar, pero Carmen Conde siempre será la primera, la letra K, la que abrió el camino para todas las demás, la que demostró en nuestro país que la escritura de un hombre y de una mujer no se diferencian en nada.