Al involucrar una serie de actividades que van desde la extracción de materia prima hasta la colocación de acabados y la construcción del edificio, la industria de la construcción provoca una gran impacto en el medio ambiente. Por eso la gran apuesta son los  llamados edificios ecológicos,  verdes  o sostenibles, que son aquellos respetuosos con el medio ambiente, y eficientes en el uso de recursos.

Este tipo de edificaciones mejoran el bienestar de sus usuarios y pueden lograr entre un 50% y un 80% de ahorro energético respecto a  los convencionales.

Para lograr sus objetivos, estos edificios tienen que estar orientados adecuadamente para captar el sol en las épocas frías y aprovechar al máximo su luz. Su diseño bioclimático también ha de tener en cuenta las condiciones del terreno, el recorrido del sol y las corrientes de aire y los materiales empleados en su construcción. Éstos tienen que ser inocuos y de bajo impacto ecológico, como ladrillos cerámicos, madera, piedra,  fibras vegetales y materiales transpirables, además de autóctonos, para facilitar la integración del edificio en el paisaje.

Debemos de evitar, en la medida de lo posible, emplear cemento, hierro, y materiales sintéticos, susceptibles de emitir gases nocivos.