Aunque la NASA califica el iceberg como “significativo”, la situación no sería tan grave según los estándares antárticos. No obstante, sí sería la placa de hielo más grande en desprenderse de la placa Brunt, al noroeste de la Antártida, desde 1915.

Este iceberg surgirá de una grieta que empezó a desarrollarse en 2016, y que próximamente terminará por unirse con otro desgarro que cruza parte del continente antártico de sur a norte. A pesar de que todavía es pronto para hablar de cómo afectará este nuevo iceberg, que adoptará una dirección totalmente imprevisible, la comunidad científica adelanta que la ruptura afectaría al resto de la plataforma continental.

Mientras que el avance de la primera grieta, que solo cuenta con tres años de antigüedad, ha ido avanzando de forma considerable en el tiempo, la segunda brecha ya existía desde mediados de 1980. Una situación que se encuentra documentada, gracias a las fotografías que los satélites de la NASA llevan capturando desde 1986. No obstante, en los últimos años, el desprendimiento ha ido acelerando su desarrollo, con una velocidad media que superaba los 4 km al año.

Cambios como este, en la superficie del continente, han significado la clausura de distintas expediciones en la Antártida. En gran parte, por el peligro para la seguridad de las personas que trabajan en esta plataforma. Y en particular, para la Estación Halley, de British Antarctic Survey, inaugurada en 1956.