El ser humano ha evolucionado más allá de satisfacer sus necesidades físicas. Sin embargo, las acciones que se llevan a cabo han modificado el ecosistema global y están poniendo a peligro a multitud de especies y ecosistemas naturales necesarios para mantener el equilibrio natural.

Cada hábitat posee un equilibrio que establece la forma en la que las especies que viven en él y se relacionan con el entorno. Por lo tanto, una ruptura de dicho equilibrio provocaría estragos en la población animal.

La deforestación no es un problema que afecte únicamente a los animales que viven en los árboles o que buscan cobijo y alimento en los bosques, sino que otras especies vegetales necesitan la sombra, el ambiente y la humidifación que estos proporcionan.

Por eso, es fundamental acabar con la tala incesante de árboles, ya que este problema no afecta únicamente a la oxigenación del aire, sino que se deben tomar las medidas necesarias para intentar que las especies afectadas regresen a su hábitat una vez que estén recuperados.

La contaminación es otro de los graves problemas que afectan a la salud de las plantas y animales. Los vertidos de sustancia tóxicas en las aguas, por ejemplo, le cuesta la vida a infinidad de plantas y animales.

Los plásticos afectan a focas o tortugas, por ejemplo, ya que estas especies confunden las bolsas con medusas, por lo que muchas terminan enfermas, intoxicadas o directamente mueren.

El deshielo de los polos y el cambio del Ph de las aguas debido al calentamiento global ha provocado que los osos polares se queden sin alimento, mueran miles de peces, el envenenamiento de los manglares o el crecimiento desmedido de algas, entre otros efectos nefastos para la biodiversidad.