Concretamente, los parásitos bacterianos provocan la esterilización de las hojas que quedan muertas destinadas a beneficiar sólo la supervivencia de las bacterias. Esto se debe a que la bacteria parasitaria produce una proteína llamada SAP54 que es esencial para este proceso. La actividad de esta proteína depende de una familia de proteínas de origen vegetal llamada RAD23. 

Estas bacterias parasitarias afectan a una amplia gama de plantas y, aunque hoy en día son controladas por los insecticidas, como los neonicotinoides y piretroides, aún pueden infectar cultivos importantes como maíz, el trigo, zanahorias, tomates, patatas o uvas, entre otros. La intención de este trabajo, publicado en 'PLOS Biology', es la de descubrir nuevas maneras de controlar estas bacterias sin usar pesticidas, como, por ejemplo, interrumpiendo el proceso de la proteína ahora que se sabe cómo funciona. Cuando los saltamontes comen material vegetal infectado, las bacterias colonizan los insectos, incluyendo sus glándulas salivales. Si el insecto saliva sobre otra planta, las bacterias son capaces de propagarse en el nuevo tejido.

A través de las proteínas SAP54 y Rad23, la planta está obligada a transformar sus flores en material en forma de hoja. "Este parásito es incapaz de sobrevivir sin insectos y plantas hospederas", ha indicado la autora principal del trabajo, Saskia Hogenhout, quien considera "fascinante" que la bacteria sea capaz de manipular la forma en que las plantas crecen y se comportan para satisfacer las necesidades de sus parásitos". Lo principal es que este estudio sienta las bases para la comprensión de cómo otros parásitos de plantas, tales como hongos, reprograman el desarrollo de la planta.

En los animales también se producen manipulaciones de este tipo
Por otra parte, la investigadora ha indicado que, "el mundo de las plantas está por delante de la biología de los animales donde también se producen manipulaciones de este tipo, pero no se han descubierto los mecanismos que explican el porqué". Por ejemplo, la lanceta parasitaria fasciola hepática afecta al cerebro de las hormigas, que les obliga a subir a la punta de una brizna de hierba que acaba en la boca de un animal de pasto. También se conocen parásitos que cambian el comportamiento de las ratas para que sean más susceptibles a la depredación. "Sabemos que estos parásitos son titiriteros, pero aún no se han identificado las cuerdas de las que están tirando", ha concluido Hogenhout.