Árbol a árbol, Sadiman ha reforestado 250 hectáreas de bosque durante estas dos décadas con la finalidad de devolver el agua a la zona, frenar la erosión y conservar el ecosistema, según ha comunicado la agencia de desastres indonesa BNPB.

La agencia y líderes del Gobierno local han entregado a Sadiman 100 millones de rupias (6.300 euros o 7.000 dólares) por “inspirar a la gente” y realizar su tarea “sin recibir ningún pago ni esperar nada a cambio”.

“En el pasado pensaban que estaba loco. Cuando los otros (miembros de la comunidad) plantaban cultivos para alimentarse, yo plantaba banianos, pero lo que planté entonces ahora da agua a los residentes y el aire es fresco”, dijo Sadiman durante la entrega del galardón.

El baniano es el nombre que reciben varias especies de ficus, que almacenan agua y en la isla de Java son considerados árboles sagrados según las creencias animistas locales, lo que impidió que los aldeanos no talasen los que Saliman plantaba.

La presencia de estos ficus y otros árboles ha devuelto el agua a los arroyos y ha formado nuevos riachuelos en el bosque de los montes Gendol y Ampyangan, por lo que, en la actual estación seca, que comenzó en junio, más de 340 familias tienen garantizado un suministro de agua “gratis e independiente”, según la BNPB.

Además, los árboles han prevenido la erosión y por tanto desastres naturales como inundaciones o avalanchas.

El indonesio ha financiado con su propio cultivo de clavo gran parte de las semillas de banianos y otras especies, aunque tras varias años algunos de los residentes comenzaron a plantar también árboles y a apoyar económicamente la compra de semillas.

Aunque la deforestación del bosque tropical primario en el país asiático se ha reducido en los últimos años tras la implementación de nuevas políticas gubernamentales, Indonesia aún es el tercer país que más bosque tropical perdió en 2018, un total de 340.000 hectáreas, según World Resources Institute.

Sin embargo, Greenpeace advierte que la reducción se debe también a factores climáticos y al cultivo de aceite de palma, industria que ha sido responsable en varias ocasiones de incendios de bosques y turberas -suelo rico en carbono- para ganar terreno cultivable.