Este tipo de residuos luminosos forman una película en el cielo que dificulta las observaciones astronómicas. La contaminación lumínica también perturba el descanso de la gente al privarla de una noche oscura y produce desequilibrios biológicos en algunos animales con hábitos de vida nocturnos.

Para solucionar el problema, según los expertos, bastaría con instalar pantallas protectoras a las luminarias para que la luz no viaje hacia arriba; porque la luz que se va hacia arriba, aparte de ser un derroche energético, contamina el espacio.

La UNESCO califica de derecho la oscuridad que estamos perdiendo; y un grupo de expertos internacionales, a través de un programa llamado starlight, defiende los valores del cielo nocturno como patrimonio de la humanidad.

En definitiva, la contaminación lumínica  no solo se ha convertido en el peor enemigo de los astrónomo, también impide la reproducción de las luciérnagas, algunas plantas podrían confundirla con la luz del día.