En mayo de 2018, el International Computer Science Institute (ICSI) de la Universidad de Berkeley desveló que más de la mitad (57 %) de las aplicaciones de Android dirigidas a niños vulneraban su privacidad. Y no hablamos de unas pocas apps, el instituto norteamericano analizó más de 5.800. Ese mismo año, el departamento de Ciencia Computacional de la Universidad de Oxford examinó casi 1 millón de apps en Reino Unido y EE. UU. para concluir que entre las pertenecientes a la categoría de 'Juegos y entretenimiento familiar' había muchas que integraban rastreadores de datos “que permitían la elaboración de perfiles de niños sin intentar obtener el consentimiento de los padres. Esta misma semana, otro estudio, realizado por especialistas del departamento de Pediatría del comportamiento de desarrollo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan (EE. UU.), eleva ese porcentaje: el 67 % de las apps utilizadas en familias que tienen niños con edades entre 3 y 5 años conculcan la privacidad de los menores vendiendo datos a terceros. En este caso, el estudio se realizó sobre más de 600 apps.
Solo han pasado dos años entre estos trabajos, pero todo apunta a que los niños son un filón para las empresas que recopilan y venden datos, que pueden ser utilizados luego para mejorar esas aplicaciones, para crear nuevos contenidos más acordes a los intereses de los usuarios o para enviar publicidad. Según los especialistas de Michigan, con la información extraída, las empresas podrían identificar rasgos de la personalidad o debilidades en el comportamiento que dejan a los más pequeños expuestos a un riesgo de manipulación o explotación. En declaraciones a CNN en Español, la doctora Jenny Radesky, profesora de Pediatría en el Hospital Infantil C. S. Mott de Michigan, aseguró que “es increíble cuánto se puede inferir del comportamiento de un niño mientras juega con una aplicación: su impulsividad, sus respuestas a las recompensas o el procesamiento de la información. La tecnología educativa revela aún más sobre las fortalezas y debilidades de nuestros hijos, incluidos datos como su autocontrol conductual o discapacidades en el aprendizaje”.
Las aplicaciones son capaces de saber datos personales (nombre, idioma o edad del menor), localización de tu hijo en todo momento, incluso hacia dónde dirige su mirada cuando está jugando con la tableta, el tiempo de conexión y el tipo de contenido. En España, los menores, y más aún los que están en edad preescolar, son “personas vulnerables”, según el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), norma que exige a los desarrolladores de apps una información fácil de entender de las cláusulas de privacidad y del tratamiento que harán con los datos recogidos. La publicación experta en tecnología Xataka analizó en octubre de 2018 las veinte aplicaciones infantiles más populares para comprobar qué datos recopilan y qué uso hacen de ellos. Descubrieron que varias no tenían traducido al castellano su política de privacidad, que otras no explicaban con claridad los datos que almacenaban y con qué fines.
En el reciente estudio del área de Pediatría de la Universidad de Michigan, publicado el pasado 8 de septiembre en la revista Jama Pediatrics, una de las conclusiones más llamativas es que los desarrolladores de aplicaciones infantiles y los diseñadores de plataformas juegan un papel muy importante en la “reducción o eliminación” de los identificadores digitales que rastrean el comportamiento de los usuarios porque “no son necesarios para que las apps funcionen mejor”. Al final, son los padres los “guardianes” de la privacidad online de sus hijos y la propia publicación reconoce que “a menudo, los adultos tienen una comprensión inexacta de internet y los flujos de datos en línea”. Lo normal es que los padres estén preocupados por la privacidad de sus hijos más pequeños, pero al mismo tiempo tienen un conocimiento limitado de lo que significa esa privacidad. Por ello, los investigadores de Michigan reclaman para EE. UU. una legislación de privacidad actualizada “que proteja adecuadamente los derechos del niño en el entorno digital moderno”. Esta privacidad está recogida en la Convención de las Naciones Unidas sobre lo Derechos del Niño.
Otra de las conclusiones más curiosas del estudio publicado en Jama Pediatrics es la importancia de la situación sociodemográfica de los progenitores. Los niños de estratos más bajos –menos ingresos familiares y menor cualificación académica de los padres– tendrán “tasas más altas de violaciones de la privacidad digital”. “Los niños criados por padres sin títulos avanzados mostraron tasas de transmisión de datos a terceros de 2 a 3 veces más altas. Esta asociación se explica en parte por el hecho de que estos niños jugaron con más apps, pero también pueden estar jugando con aplicaciones con un diseño menos apropiado para la edad o con más rastreadores de datos”. En investigaciones anteriores, y en esta línea, se había sugerido que los padres con mayores ingresos controlaban mejor las aplicaciones que se descargan sus hijos.
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