Más de 1.200 llamadas al día. Más de 6.000 peticiones de ayuda durante el confinamiento. 5 millones de registros desde los años 70. Antes solo aquí, en España, y ahora también en Latinoamérica. Con un único fin: Ayudar a Niños y Adolescentes en Riesgo. De ahí su nombre, ANAR, una organización sin ánimo de lucro cuya principal actividad es la promoción y defensa de los derechos de los niños y adolescentes en situación de riesgo y desamparo. En 1994 puso en marcha una línea telefónica gratuita y confidencial que ofrece ayuda psicológica, social y jurídica a menores de edad en situación de riesgo. ¿Qué ha pasado durante este estado de alarma? ¿Cómo ha evolucionado la organización a lo largo de los últimos años? Benjamín Ballesteros, director de Programas de Fundación ANAR ha hablado sobre estos temas en el último directo que ha organizado Levanta La Cabeza en su perfil de Instagram, moderado por Mario Tascón, miembro del Comité de expertos de la plataforma de Atresmedia que promueve el buen uso de las tecnologías.

“Durante este confinamiento hemos sido capaces de entrar en las casas a través de las llamadas de niños y adolescentes que estaban preocupados por sus problemas”, explica Ballesteros. “Y nos hemos dado cuenta de que la violencia, en sus numerosas variantes, representa el principal motivo de llamada”. Maltrato físico, psicológico, abusos sexuales e incluso violencia extrafamiliar a través de vecinos que se quejaban por los ruidos que hacían los niños en sus hogares, han sido los principales focos en los que ANAR ha tenido que ofrecer una mano para ayudar. “Hemos recibido más de 6.000 peticiones, entre llamadas y el chat, pidiendo ayuda y con el registro nos hemos dado cuenta de que más de un 30 % de esos niños y adolescentes que acuden a nosotros ha presentado síntomas de depresión y miedo ante la situación que estábamos viviendo”, detalla Benjamín.

En un situación normal, cuando un niño o adolescente llama a su teléfono de ayuda (900 20 20 10), el equipo de psicólogos que descuelga el auricular deriva el caso a abogados y trabajadores sociales que prosiguen con la resolución del problema. “Ahora, con el teletrabajo nos veíamos con la dificultad de la derivación con un teléfono normal. Los niños no pueden ver que estamos hablando entre nosotros. Ahí descubrimos que el chat era el medio más idóneo para llegar a ellos”, detalla el director de Programas.

Con el anonimato garantizado al 100 %, el chat de la Fundación ANAR, creado junto a la ayuda de Prodigioso Volcán, permite que las víctimas se comuniquen con la organización con conversaciones cifradas y totalmente confidenciales. “Si estás en situación de peligro y no puedes llamar, puedes escribir en el chat donde la víctima ve un autoborrado de la conversación por si es sorprendido por su agresor, mientras que de nuestro lado, el de los orientadores, tenemos toda la información. El chat nos ha permitido llegar a donde nadie podía entrar. Nos han felicitado por la labor”.

Durante este estado de alarma también han creado la campaña 'No son aplausos' para concienciar a la sociedad de que el mismo sonido de los aplausos podía ser la suma de palos y golpes que tenían que sufrir niños y adolescentes confinados en sus hogares por sus progenitores. “Animo a todo el mundo a que nos ayude a recaudar fondos. Con muy poco, somos capaces de hacer mucho”, explica Ballesteros.

Ballesteros también ha intervenido en la reunión mantenida con el Grupo de Trabajo de Políticas Sociales y Sistemas de Cuidados de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica para abordar la necesidad de reforzar políticas de infancia ya existentes antes de la crisis de la COVID-19, pero que se han acrecentado durante este estado de alarma. “Hemos pedido ayuda en temas de conciliación, que las escuelas se activasen lo antes posible, y si no se puede hacer en septiembre, que los medios telemáticos y las formas didácticas sean más apropiadas para asegurar el conocimiento por parte de los niños. También hemos pedido que se activen campamentos y guarderías, que se tomen medidas más eficaces para la administración de la justicia, que se ofrezca mayor apoyo psicológico, que se de formación a las familias y se faciliten las denuncias”, argumenta el responsable de la Fundación.

Asimismo, desde ANAR han creado la ‘Carta de los Derechos Digitales de los niños, niñas y adolescentes’ para promover un catálogo de principios y derechos que amparen a los menores de edad en su relación con la tecnología. “Lo consideramos esencial porque los menores también tienen que tener garantizados sus derechos digitales”.