Aunque hace mucho que se inventaron, los códigos QR han tomado un especial protagonismo en nuestras vidas, sobre todo desde que, durante la pandemia, se convirtieron en una alternativa más higiénica para poder consultar la carta en un restaurante, buscando evitar contagios. Hoy los usamos para acceder a páginas web, para consultar servicios y pagar todo tipo de productos. Se podrían definir cómo los nuevos códigos de barras y contienen una información asociada que, al ser escaneada por la cámara del móvil, nos dirigen a un enlace con la información determinada.

Sin embargo, esta tecnología no es accesible para todos. Las personas ciegas, con discapacidad visual e incluso aquellas con movilidad reducida en las manos tienen dificultades para utilizar la señalética tradicional. Eso les impide la autonomía en entornos desconocidos o en situaciones cotidianas, como al usar el transporte público.

“Los códigos QR pueden ser una gran ayuda para las personas ciegas o con discapacidad visual grave, ya que posibilitan acceder a los mismos datos e informaciones disponibles para el resto de la ciudadanía. Sin embargo, no tiene sentido que haya un código que proporcione información, pero que una persona ciega no sepa dónde está”, explica Luis Palomares, jefe de la unidad de información y accesibilidad de la ONCE. La organización recuerda que es fundamental que estos códigos QR cuenten con un marco en relieve, de manera que se puedan ubicar de forma táctil, tal y como indica la Comisión Braille Española.

Pensando en esa problemática, en el año 2012 se creó la empresa española NaviLens. Tras una investigación de cinco años en colaboración con la Universidad de Alicante, crearon unos códigos QR que pudieran ser leídos por los usuarios desde una distancia mayor y sin necesidad de enfocar. Fue el primer paso para empoderar a este colectivo y para reinventar el concepto de código QR.

“Uno de los retos que vimos es que las personas con discapacidad visual o ciegas tienen dificultades para escanear un código QR, al igual que las que tienen problemas de pulso o de movilidad en las manos”, explica Javier Pita, fundador y CEO de NaviLens. Eso los llevó a dar el siguiente paso en la trayectoria de esta empresa: combinar la potencia de la tecnología NaviLens con los códigos QR tradicionales. Así ha surgido el Código QR Accesible Navilens, un rectángulo de colores que aparece alrededor del QR tradicional y que capta el código sin necesidad de enfocar o encuadrar. El único requisito es tener instalada su aplicación gratuita.

“Entre sus ventajas encontramos que reconoce el código a mucha más distancia, con un ángulo más amplio y el usuario sólo tiene que mover el móvil alrededor”, explica Pita. Otra de sus características es que la app ofrece una pequeña información oral sobre el código y alerta de si un código QR es fraudulento, ya que reconoce si no ha sido creado por la plataforma a la que remite.

NaviLens está presente en el transporte público de las principales ciudades de España, así como en museos, edificios públicos e instituciones educativas. También funciona en Estados Unidos y en Japón. Los siguientes pasos pasan por llegar a Canadá, Latinoamérica y Australia. Queda mucho por hacer porque, según Javier Pita, “el mundo aún tiene que ser más accesible e inclusivo para todos”.

Para la ONCE, la tecnología de NaviLens supone “un buen sistema para acceder a la cartelería convencional o a la información sobre transporte público disponible en pantallas”.

Además de esta tecnología, las personas con discapacidad visual también pueden acceder a los códigos QR mediante la voz, gracias a asistentes como OK Google, Siri, QR Speech o VoiceOver, un lector de pantalla basado en gestos que permite usar el móvil sin ver esa parte del dispositivo. Son conocidos como códigos QR mp3 o códigos QR de audio y están pensados para personas con discapacidad visual o para quienes prefieren contenidos de audio, lo que hace que su información sea más inclusiva.