La mayor parte de sondeos rigurosos casi nunca pregunta a la población por la innovación y la tecnología. Nos hemos acostumbrados a las encuestas del CIS, donde los ciudadanos muestran sus principales preocupaciones. En el último barómetro, el de febrero de 2021, los españoles enumeraban sus cinco mayores temores: la crisis económica, la COVID-19, el paro, los problemas políticos y el mal comportamiento de nuestros gobernantes. En este orden.
Pocas veces caemos en que una buena encuesta sobre cómo vemos y nos afectan los avances tecnológicos puede definir también el estado de ánimo de un país. Es lo que ocurre con la Encuesta de Percepción social de la innovación en España, que realiza cada año Fundación COTEC. En su cuarta edición, y en colaboración con la empresa Sigma Dos, han sido preguntadas más de 7.200 personas residentes en todo el territorio nacional en el último cuarto trimestre de 2020. Cristina Garmendia, presidenta de COTEC, ha asegurado hoy, durante la presentación del estudio, que en esta coyuntura de shock por la pandemia la confianza de la población en la innovación ha cambiado... para bien. "Una sociedad que valora la innovación, exige y es crítica es muy importante", ha explicado.
Derecho a desconectar
Aquí van los principales titulares: El 20 % de la población ocupada teletrabaja (más del doble que en 2019), la mayoría de la población considera que debería existir el derecho a la desconexión digital, la automatización es vista como una oportunidad para mejorar la conciliación y reducir la brecha de género, el cambio tecnológico es percibido como generador de desigualdad social, la mayoría pagaría más impuestos a cambio de implantar una renta básica universal en caso de desempleo tecnológico… Y murcianos, andaluces y extremeños son los menos optimistas sobre el papel de la innovación. Los riojanos y madrileños, los que más.
Profundicemos un poco en las conclusiones de la encuesta. En cuanto al el teletrabajo, quizá uno de los cambios de hábito más disruptivos de la pandemia, el coronavirus ha duplicado (del 10 % antes de la emergencia sanitaria al 20 % en estos momentos) el número de trabajadores a distancia. Si hablamos de empleados con estudios superiores, este porcentaje llega al 30 % y se queda en el 3 % entre los ocupados sin estudios o con estudios primarios.
Más teletrabajo, más conciliación
De la investigación demoscópica se desprende que la mayoría de empresas españolas (59 %) cuenta ya con planes para continuar con el teletrabajo una vez superada la emergencia sanitaria. Como aspectos positivos, casi el 80 % afirma que es igual o más productivo en su trabajo que cuando acude a su puesto presencialmente. A la par, más del 60 % de hombres y mujeres coinciden en que el empleo en remoto ha mejorado su conciliación personal. El problema es que sigue siendo minoritario (37 %) el porcentaje de trabajadores cuya empresa reconoce el derecho a la desconexión digital.
Por primera vez desde 2017, más de la mitad de la población cree que el cambio tecnológico está generando empleo. Y también más del 50 % entiende que la automatización, robotización y otras herramientas tecnológicas serán capaces de reemplazar los puestos de trabajo que se destruyan. En este sentido, los hombres confían más que las mujeres en las virtudes de la tecnología, los urbanos más que la población rural, los que tienen mejores ingresos más que los que ganan poco y los universitarios más que los que no tienen estudios. En cuanto a la ideología, los votantes de Ciudadanos y las tendencias progresistas se muestran mucho más optimistas que los simpatizantes del PP y Vox.
Aleix Pons, director de Economía de Fundación COTEC para la innovación, ha destacado un dato interesante de la encuesta: "el 60 % de los que ya teletrabajaban antes de la pandemia manifiestan hacerlo ahora con más frecuencia". El teletrabajo ha experimentado un salto muy importante entre los trabajadores por cuenta ajena y con estudios superiores a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO).
“Poca cultura de la innovación”
Sin embargo, por primera vez desde que se realiza esta encuesta, los ciudadanos ven a España entre los países menos avanzados de la Unión Europea en innovación. Los que piensan que en España hay poca cultura de la innovación pasan del 66 % en 2019 al 74 % en 2020. Y ese deterioro también se formaliza en la percepción sobre el grado de innovación de las empresas españolas. Baja para las grandes empresas y se mantiene para las pequeñas y medianas (PYMES).
Respecto a la preparación para competir en el futuro mercado de trabajo, las mujeres son más pesimistas: un 43 % de las mujeres activas no se considera para competir en sectores automatizados y con fuerte presencia de las TIC. Entre los hombres el porcentaje se reduce hasta el 34 %. Eso sí, la mayoría piensa que la automatización reducirá la brecha de género tanto en participación como en salario. En esta línea, una mayoría de encuestados en todos los segmentos de la población entienden que los cambios tecnológicos son un potencial generador de desigualdad social. "Siguen presentando una especial preocupación los colectivos más vulnerables: mujeres, personas con niveles de ingresos inferiores a la media, trabajadores no cualificados, trabajadores domésticos y parados", explica la Encuesta. Además, los habitantes de municipios pequeños son hoy más pesimistas sobre los efectos del cambio tecnológico en el mercado de trabajo.
Si analizamos en qué sectores sería prioritaria la investigación, los españoles lo tienen claro: Quieren más inversión en salud (vacunas y medicamentos), comercio y servicios a domicilio, telecomunicaciones, educación, sanidad y transportes y administración digital. La situación de los servicios públicos cuando comenzó la pandemia también ha influido a la hora de contestar acerca de las preferencias para el gasto público: sanidad, educación, pensiones e I+D+I. De 0 a 5 colocan a la salud en el 4,4 y a la defensa y seguridad en el 0,6.
Más impuestos para sufragar la renta universal
Otra de las preguntas tiene que ver con la implementación de la renta básica universal. Un 64 % apoya esta medida de equidad social y por primera vez más de la mitad de los españoles apoya pagar más impuestos para poder sufragarla en caso de hubiese una fuerte destrucción de empleo. Aquí también hay diferencias ideológicas claras: casi el 80 % de los votantes de Unidas Podemos pagaría más impuestos a cambio de la renta mínima, más del 60 % de los del PSOE, un 42 % de los votantes de Ciudadanos, un 31 % de los del PP y solo uno de cada cuatro votantes de Vox.
El caso de La Rioja
Solo los castellano-leoneses desconfían de la tecnología como motor del desarrollo rural, mientras los territorios más industrializados (País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón, Cataluña, Madrid y Andalucía) se muestran más optimistas respecto a la relación entre tecnología y empleo. Hasta en ocho comunidades autónomas los habitantes perciben que su territorio está a la cola de España en innovación.
Los riojanos tienen mejores vibraciones que el resto de residentes en España sobre el papel de la innovación. Es la segunda autonomía que confía más en que la tecnología generará más empleos de los que destruirá y consideran el gasto en innovación tan importante como el gasto en pensiones.