Sombra aquí, sombra allá, maquíllate, un espejo de cristal y mírate. Mírate y pregúntale al espejo si eres la más bella. Enciende la televisión y observa cómo te venden cápsulas que quitan las patas de gallo. Escucha la radio y atiende a esas cremas anti-edad que te regeneran la cara. Sal a la calle y fíjate en los carteles de las marquesinas donde hombres y mujeres de cuerpos “normativos” te incentivan a que compres ropa interior bonita. Abre tus cuentas en redes sociales y observa las fotos con perfiles bonitos, las mejores combinaciones de ropa, con poses perfectas y caras impolutas. Hay una evidencia en todo esto: la presión social por transformarnos en la mejor versión de nosotros mismos ha hecho que se fomente la sensación de tener que vernos bien físicamente para ser felices.
Los conceptos de belleza y estética son inherentes al ser humano. La noción de estos aspectos se origina en conceptos filosóficos mientras que para un científico debe de ser una propiedad mesurable de la materia. Hasta hace no mucho se pensaba que nuestra predilección por determinados cánones estéticos era algo que variaba dependiendo de nuestra cultura. La ciencia llegó a demostrar que la biología tiene mucho que ver en si algo es bonito o no. Aún queda mucho por explorar en este campo. Un estudio de Neuroimage asegura que “la forma en la que autoevaluamos nuestro atractivo facial puede tener relación con la autoestima y puede también estar basada en patrones de la actividad cerebral”. En cuanto a atractivo facial, las caras que son más simétricas tienden a ser evaluadas como más atractivas en las investigaciones científicas.
Vernos todo el día en la pantalla
Y llegó una pandemia y con ella el aislamiento social, el aburrimiento, el encierro en nuestros domicilios y más tiempo libre para pensar. Y además la cara tapada por una mascarilla cuando la realidad es presencial. Aún no hay estudios ni datos que hablen por sí solos, pero la pandemia ha tenido un impacto en las operaciones de cirugía y medicina estética. Muchas personas que teletrabajan en casa se han dado cuenta de que hay cosas que no le gustan de ellos mismos. Es curioso, mientras la Sociedad Española de Cirugia de Obesidad asegura que el 90 % de las operaciones por obesidad se cancelaron por la COVID-19 –en España hay más de 400.000 personas candidatas a estas intervenciones–, las consultas y operaciones quirúrgicas estéticas han aumentado. ¿Habrá influido las horas que pasamos frente al ordenador viéndonos el careto propio y el de los demás en las videollamadas? Según ha explicado Ángel Juárez Cordero, jefe de Cirugía Plástica y Estética del Hospital La Zarzuela, en una tribuna periodística, hay varias razones para entender porque hay más citas en las clínicas de cirugía estética: estamos más pendientes de nuestros rasgos faciales por las videollamadas, las mascarillas ayudan a ocultar los efectos de las intervenciones, muchas personas han ahorrado algo de dinero durante los confinamientos y los encierros han provocado cambios de hábitos alimenticios y ansiedad que han pasado factura física.
La ventana que nos ha abierto internet ha tenido un papel protagonista en estos cambios estéticos. Ya en 2018, según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), una de cada diez personas que recurre a la cirugía estética lo hace influida por los selfis que nos hacemos con el móvil. Los filtros que retocan la cara y crean máscaras que le añaden otros elementos como narices más finas, quitaojeras, brillo y aumento en los labios, crea complejos personales. Hace escasos días, la Adversiting Standars Authority (ASA), organismo de autocontrol publicitario británico, prohibía a los influencers el uso de efectos de belleza cuando una marca se puede aprovechar económicamente de la publicación. Con estos retoques que se aplican directamente en las fotografías a través de los filtros, el usuario puede ver el resultado antes de someterse a cualquier operación estética. Desde SECPRE han advertido que un selfi no es la mejor herramienta para valorar la oportunidad de una intervención estética. Y aquí entra en juego el papel de la inteligencia artificial (IA).
Personalizar productos y chatbots
Según las previsiones, la inteligencia artificial basada en la voz, el poder personalizar los productos y el uso de chatbots se convertirán en elementos esenciales en el mercado personalizado de belleza y cuidado de la piel. La IA será un cambio en la industria de la belleza. Ya están comenzando a trabajar con elementos tecnológicos que respaldan el asesoramiento personalizado de profesionales en el cuidado de la piel. Las soluciones informáticas están revolucionando este sector. Las innovaciones en IA sirven para un mejor procesamiento de los datos y las imágenes y esto hace que sus aplicaciones en el campo de la belleza sean múltiples.
QOVES Studio ha sacado a la luz una herramienta de evaluación facial con IA a través del aprendizaje automático visual. Los resultados que analiza permiten evaluar rostros de forma muy rápida a través de un mapeo de imágenes donde se extraen conclusiones que detectan los “defectos” que puede tener tu rostro para que puedas darles solución. QOVES defiende que su algoritmo lo han diseñado para que sea lo más inclusivo posible. “Nuestra herramienta solo busca los defectos faciales más básicos, defectos superficiales de la piel, que se aplican a todos hasta cierto punto. Estamos trabajando en un análisis más específico de la raza, ya que todos somos diferentes”, señalan en su web.
Analizar la piel
Pero este es solo uno de los ejemplos en los que la IA forma parte del proceso de evaluación de belleza facial. LUNA fofo, un producto de la marca tecnológica de belleza FOREO, es un dispositivo basado en inteligencia artificial que analiza la piel del usuario y genera rutinas personalizadas. Curology es otro ejemplo de solución online personalizada para el cuidado de la piel con acné. En esta ocasión utilizan el aprendizaje mecanizado y la IA para personalizar tratamientos. Los usuarios envían selfis, rellenan un cuestionario y se les redirige a profesionales médicos.
Estas herramientas están revolucionando y modificando la industria de la cosmética, tanto en el ámbito de las marcas, como en su estrategia de marketing para comunicarse con su público. Pero las innovaciones tecnológicas no están cambiando solo este sector. La industria de la moda ha dado la bienvenida a CLOTH3D, un probador 3D que prueba virtualmente la ropa sobre diferentes formas corporales. Los probadores 3D ya son una realidad que ha creado el Centro de Visión por Computador y la Universidad de Barcelona. Según los investigadores, este modelo supondrá un gran avance para mejorar la experiencia de los probadores virtuales por facilitar el trabajo de los diseñadores y animadores.