Algo tan sencillo como realizar un trámite a través de internet, leer un documento en pdf o utilizar alguna de las aplicaciones que todos tenemos en nuestro teléfono móvil se hace especialmente complejo para muchas personas con discapacidad. No por sus capacidades sino, especialmente por los problemas de accesibilidad que, todavía hoy, imperan en el panorama tecnológico.

Lo digital condiciona nuestra vida y también la de las personas con alguna discapacidad física, sensorial, intelectual o psíquica. Por ello, uno de los retos de las organizaciones que trabajan por los derechos de este colectivo es romper con esa brecha digital formando a las personas y reivindicando todo aquello que se puede hacer desde el ámbito político, social e, incluso, empresarial.

El Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI) afirma que casi la mitad de las personas de este colectivo (45%) siguen encontrando barreras en el entorno digital y que un 32% de ellas encuentra problemas de accesibilidad. Álvaro García Bilbao, presidente de la comisión de personas con discapacidad mayores del CERMI Estatal, considera que “el estado actual de la tecnología permite una fácil, rápida, eficaz y escasamente onerosa reducción de la brecha digital. La brecha se reduce con voluntad política de hacerlo y con dotaciones presupuestarias continuadas y estables en el tiempo”.

Porque no hay que olvidar, defienden, que la apuesta por la tecnología requiere, además, apostar por una labor de sensibilización de la sociedad para eliminar prejuicios, indiferencia y discriminación. “La sociedad es aun escasamente consciente de estas barreras y, cuando lo es, mira pronto hacia otro lado. Solo una labor pedagógica permanente, abierta, con un enfoque positivo en cuanto al afianzamiento de derechos y facilidades que aportan a determinados ciudadanos y realizada desde edades tempranas puede modificar de forma permanente esta situación. Mientras tanto, deben exigirse políticas, presupuestos y dotación humana en connivencia con la experiencia de las organizaciones más representativas de las personas con discapacidad para mejorar la situación en el corto y medio plazo”, resume García Bilbao.

Tres niños con una discapacidad visual consultan un ordenador accesible.
Tres niños con una discapacidad visual consultan un ordenador accesible. | ONCE

El impacto de las nuevas tecnologías en la vida de las personas con discapacidad es indiscutible. El 11º Informe Tecnología y Discapacidad 2022 de la Fundación Adecco y Keysight Technologies Spain, basado en una encuesta a 300 personas de este colectivo, pone de relieve que el 91,8% de los encuestados asegura que la revolución tecnológica ha mejorado su calidad de vida global. Además, cuatro de cada diez consideran que el pleno empleo de las personas con discapacidad llegará en menos de dos décadas gracias a los avances tecnológicos y a la Inteligencia Artificial. Sin embargo, para llegar al pleno empleo hace falta que este colectivo pueda beneficiarse de todas las oportunidades que lo digital ofrece, en especial en el campo de la formación y el empleo.

Aplicaciones y dispositivos que hacen la vida más fácil

Además del apoyo económico de las instituciones estatales y de las acciones de sensibilización, las asociaciones coinciden en hacer un llamamiento a los fabricantes de dispositivos y aplicaciones para que incorporen la accesibilidad en la etapa inicial del diseño. Piensan en dispositivos más eficaces, universales y duraderos, algo que también beneficiaría a otros colectivos, como el de las personas mayores. En otras palabras: accesibilidad, usabilidad y diseño para todos.

Desde la ONCE, José María Prieto, jefe del gabinete de prensa y contenidos multimedia, explica que las personas ciegas o con baja visión “están siempre sometidas a muchas realidades y algunos avances tecnológicos se convierten, a la hora de la verdad, en retrocesos si no se consigue que sean accesibles”.

Una persona sordociega utiliza un comunicador adaptado.
Una persona sordociega utiliza un comunicador adaptado. | ONCE

Perder el tren de la tecnología dejaría a este colectivo mucho más atrás. Como recuerda Prieto, “si pensamos en el caso del acceso a la lectura, desde la creación de la imprenta a la llegada del braille pasaron cuatro siglos de retraso. Ahora no podemos permitir que eso ocurra, por lo que todas las organizaciones de personas ciegas de todo el mundo, incluido el Grupo Social ONCE, trabajamos para evitarlo”. Y es posible lograrlo, ya que algunas marcas cuentan con móviles y otros dispositivos tecnológicos con elevados grados de accesibilidad, “pero son muy caros, lo que supone aumentar aún más la brecha”. La clave reside en el diseño en origen de unas herramientas creadas para un mundo donde la cultura, el ocio, las comunicaciones, la telefonía, el empleo, la educación y hasta las relaciones personales funcionan a golpe de click.

Se ha avanzado mucho, pero para tratar de impedir que los avances tecnológicos que benefician a muchas personas olviden o aparten a otras, la ONCE cuenta con áreas específicas de accesibilidad a la información y de apoyo a la investigación en tecnologías. Así, tienen un Centro de Innovación y Tiflotecnología en el que se analizan los dispositivos que salen al mercado y tratan de hacerlos utilizables por las personas ciegas. “Se investiga, se diseña, se testea y, en especial, se colabora y asesora a todas las marcas que tienen sensibilidad para pensar que todos los ciudadanos deberían poder tener derecho a acceder a determinados bienes y servicios”, aseguran desde la ONCE.

Iniciativas propias como un gestor de libros digitales, un comunicador táctil o un lector de medicamentos, conviven en el mercado con otras herramientas como SmartLazarus, una aplicación de sensorización, geolocalización y guiado en tiempo real para las personas con discapacidad visual ideada por la Universidad de Salamanca (USAL), o DictaPicto, una app pensada para las personas con trastorno del espectro autista que permite pasar un mensaje de voz o escrito a imágenes de forma automática y en el momento.

Por su parte, desde la Fundación Down Madrid, José Manuel Chacón, director de transformación digital e innovación, explica que cuentan con “muchos años de experiencia prestando apoyos y formando a los participantes en las nuevas tecnologías, tanto en las competencias más básicas, como la ofimática, hasta las más innovadoras, como la programación y la robótica”. En esta fundación se adaptan a la edad, el momento vital y la situación educativa o laboral de cada uno de sus integrantes.

“Debido a la aceleración tecnológica que vivimos, estamos intentando seguir el ritmo de la sociedad, favoreciendo la formación entorno al trabajo colaborativo o coautoría, uso de herramientas online como midownmadrid.es, la programación basada en Scratch y otras tendencias”, resume Chacón.

Una persona ciega utiliza una línea de braille.
Una persona ciega utiliza una línea de braille. | ONCE

La alfabetización tecnológica y la formación en competencias digitales, dos elementos claves

Anxo Queiruga, presidente de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE), considera que la continua transformación digital que vive nuestra sociedad ha supuesto para muchas personas con discapacidad “mejorar su acceso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Con ello, se ha facilitado en muchas ocasiones el ejercicio de nuestros derechos de participación, educación y empleo, entre otros muchos”. Sin embargo, recuerda que cuando no se tienen en cuenta las necesidades de este colectivo se producen “nuevas situaciones de discriminación” en este entorno tan cambiante como es el mundo digital.

“A menudo las personas con discapacidad tenemos que hacer frente a la brecha digital, puesto que en ocasiones estamos hablando de tecnologías que no son inclusivas y, por lo tanto, no pueden ser utilizadas por todos”, reflexiona Queiruga.

En la misma línea que las otras asociaciones consultadas, COCEMFE defiende que “tener en cuenta el diseño universal en todo el proceso de creación de tecnología dirigida a la población en general favorecería nuestro acceso a la misma, al disponer de una oferta que dé respuesta a nuestras necesidades de una forma más estándar”. Además, recuerdan la importancia de que los centros de acceso público a internet permitan el uso por parte de las personas con movilidad o comunicación reducidas, garantizando la accesibilidad física que tanto necesita el colectivo.

Otra de las iniciativas por las que apuesta esta entidad son la alfabetización tecnológica y la formación en competencias digitales como una forma no solo de “comprender y desenvolvernos con soltura en los entornos digitales, sino también para potenciar nuestro desarrollo educativo y profesional y nuestra vida independiente”, expone el responsable de COCEMFE.

A través de una declaración de derechos digitales para los ciudadanos europeos, la Unión Europea ha mostrado su compromiso con una revolución digital que tenga en cuenta, en particular, a las personas mayores, las que sufren discapacidad o las marginadas, vulnerables o privadas de sus derechos. Un recordatorio de cómo todos debemos trabajar de manera conjunta para que el tren de las nuevas tecnologías pare siempre en todas las estaciones.