Es verdad que hay un componente de “accidentalidad” (“suerte”) en la carretera, porque hay factores que no controlamos nosotros ni nadie y pueden aparecer fatalmente. Pero en el mundo de la seguridad vial hace tiempo que a los “accidentes de tráfico” se les llama “siniestros de tráfico” porque la gran mayoría, la inmensa mayoría, son evitables y no son “accidentales”.

Las probabilidades son un término matemático que no tiene nada que ver con la suerte. Que a uno le toque la lotería es cuestión de suerte, sí… Pero a la larga suele tener el doble de suerte quien tiene el doble de boletos. Eso es la probabilidad de tener suerte.

Esa es la clave de la nueva campaña de Ponle Freno y que aporta un enfoque nuevo a la seguridad vial por dos razones.

La primera, porque agrupa visiones separadas. Hasta ahora, hablábamos del alcohol, el móvil, la velocidad y el cinturón por separado. Pero cuando las sumamos todas, cuando hacemos la visión de conjunto, el resultado es espectacular. Porque la probabilidad de siniestro se mueve en términos exponenciales: si he bebido alcohol (en la franja de 0,5 a 0,8), mi riesgo de tener sufrir un siniestro de tráfico se multiplica por cinco. Pero es que además, si he bebido alcohol, mi riesgo de que el siniestro sea mortal es cuatro veces superior. O sea, que tengo 5 veces más posibilidades de sufrir un siniestro y además cuatro veces más posibilidades de morir en el siniestro que otro que no ha bebido. Luego mis posibilidades de morir al volante, si he bebido, son 20 veces más (5x4). Y ahora multipliquemos junto al alcohol las posibilidades a la vez de no usar el móvil, circular a la velocidad adecuada y ponernos el cinturón… El riesgo de muerte es exponencial.

La tasa de sufrir un siniestro mortal en España es de 29 por millón de habitantes. Pero si soy uno de esos habitantes que cumple “las cinco fundamentales”, mis posibilidades de sufrir un accidente están enormemente por debajo de esa media.

La quinta norma delas cinco fundamentales es la segunda gran aportación de esta campaña de Ponle Freno. Merece comentario aparte porque, por un lado, es la única que a veces no podemos elegir, al estar vinculada a condicionantes económicos. Somos 100% libres de elegir ponernos el cinturón o no, pero no somos 100% libres de comprarnos un coche con menos de cuatro años, o al menos de menos de diez, porque nuestra economía puede que no lo permita.

Eso es claro, y por eso hemos añadido en la campaña la coletilla de “si puedes”. Puedes ponerte el cinturón, no beber, poner el móvil en la guantera y circular a la velocidad apropiada. Pero igual no puedes disponer de un vehículo con menos de cuatro años.

Pero en el caso de que puedas hacerlo, lo que queremos en esta campaña es que sepas la importancia de conducir un vehículo de última generación. Es tan importante como las otras cuatro normas. Porque además, como en el caso del alcohol y de la velocidad, es un riesgo de doble factor que multiplica las posibilidades de vida al volante. En la velocidad, por ejemplo, el riesgo de sufrir un siniestro es más grande si se circula a más velocidad. Pero, además, las consecuencias de ese siniestro a más velocidad son más graves. Más posibilidad de siniestro y más graves las lesiones. Doble factor. Mucho menos riesgo, exponencialmente, si no corres.

En los vehículos pasa lo mismo. Con uno de 0 a 4 años, el vehículo es más eficaz y ayuda a prevenir el siniestro. Hay menos posibilidades de sufrirlo. Pero, además, si sufres un siniestro, el vehículo te protege mucho más y tus lesiones serán menos graves.

El resultado de todo ello es espectacular: conduce sin beber alcohol, con el cinturón puesto en todas las plazas, con el móvil en la guantera, a la velocidad adecuada y, si puedes, con un vehículo moderno. Y en ese caso tendrás 645 posibilidades menos de sufrir un siniestro de tráfico. Tendrás 645 posibilidades menos de tener “mala suerte”.