El debate en torno a la implantación de un límite de velocidad se ha reabierto estos días tras la publicación de un informe de una comisión independiente que asesora al Gobierno de la canciller Angela Merkel, que recomendaba establecerlo en 130 kilómetros por hora.

Esta propuesta tuvo un gran respaldo desde la oposición, especialmente por parte de los Verdes, formación a la que los sondeos sitúan ahora en segundo puesto en intención de voto tras el bloque conservador de Merkel, así como entre el sindicato policial.

El pasado fin de semana, el ministro de Transporte, Andreas Scheuer, de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), ya se mostró radicalmente contrario a limitar la velocidad en autopistas, a lo que ahora ha seguido la ratificación del portavoz de Merkel.

En Alemania rige un tope de velocidad generalizado de 50 kilómetros por hora en núcleos urbanos, que baja a los 30 kilómetros en algunas áreas, zonas residenciales o cercanía de escuelas.

En las carreteras nacionales el límite es de 100 kilómetros por hora para vehículos de hasta 3,5 toneladas, de 80 kilómetros por hora para los de hasta 7,5 toneladas y de 60 para los vehículos más pesados.

Sin embargo, se mantiene como el único país de la UE donde no existe un límite de velocidad para sus 12.000 kilómetros de autopista.

En la práctica, en una tercera parte de la red viaria se puede circular sin límite de velocidad, porque en la mayoría de los tramos hay restricciones puntuales, sea por obras, por peligrosidad, por contaminación acústica u otros factores.

El debate en torno a un posible límite de la velocidad en carretera ya ha sido un tema recurrente en tiempos del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, quien gobernó entre 1998 y 2005 con los Verdes, pero no accedió a las presiones de sus socios a implantar un tope.

Angela Merkel se ha mantenido en esa línea desde que llegó al poder y no ha modificado su posición a lo largo de sus sucesivas coaliciones de Gobierno.