Desde el 1 de marzo, se encuentra en vigor una reducción del límite máximo de velocidad a 30 kilómetros por hora en todas las vías secundarias de Barcelona. Se trata de una medida que afecta tanto a las calles de un único carril de circulación, como a las que tienen dos (uno por sentido). Entre la mitad de las calles de la ciudad que se han visto afectadas, se encuentra la calle de Sants, uno de los principales ejes del tráfico.
Este cambio irá acompañado de actuaciones físicas para ayudar a los conductores a visualizar estas zonas, por lo que se utilizarán herramientas como radares, pasos de peatones elevados, cojines berlineses y la señalización correspondiente, que se implementarán a lo largo de 2020.
Se trata de una medida controvertida, que no ha tenido demasiada aceptación por una parte de los barceloneses, que opinan que esto ralentizará el tráfico de la ciudad. Sin embargo, desde el Ayuntamiento aseguran que servirá para reducir la contaminación, la siniestralidad y los ruidos.
No obstante, el objetivo del Gobierno municipal es sumar en los próximos dos años 212 kilómetros más de 'calles 30', alcanzando hasta el 75% de vías de la ciudad.