Durante esta semana se realizarán más de 30.000 pruebas diarias a conductores en todo el país, tanto en vías urbanas como interurbanas. El objetivo es prevenir los siniestros viales provocados por el consumo de sustancias, una de las principales causas de mortalidad en carretera.
En el 2023, último año con datos consolidados, fallecieron 246 personas en accidentes de tráfico en los que el alcohol estuvo presente, lo que representa el 26 % del total de siniestros mortales. Además, el alcohol fue un factor concurrente en el 13 % del total de siniestros registrados.
La campaña cuenta con la colaboración de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, así como de policías autonómicas y locales. En algunas provincias, como Asturias, Córdoba, Jaén o Madrid, se suman también miembros de la Federación Nacional de Lesionados Medulares y Otras Discapacidades Físicas (ASPAYM), quienes visitan los controles para concienciar a los conductores sobre las consecuencias irreversibles de un siniestro vial.
Alcohol al volante: tolerancia cero
Desde la DGT recuerdan que la única tasasegura de alcohol al volante es del 0,0 %. El alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central y afecta de forma directa a funciones clave para la conducción: reduce la capacidad de percepción, el tiempo de reacción, la coordinación y el juicio.
Incluso con una sensación de control, el cuerpo ya está sometido a alteraciones que aumentan exponencialmente el riesgo de accidente. Uno de los primeros efectos del alcohol es la reducción del tiempo de reacción, lo que impide responder con rapidez ante imprevistos como la aparición repentina de un peatón o un frenazo inesperado.
A medida que aumenta la tasa de alcoholemia, también lo hacen la gravedad de las consecuencias. Los estudios muestran que los accidentes con presencia de alcohol suelen implicar lesiones más graves y pronóstico peor. A esto se suma la mayor probabilidad de comportamientos de riesgo: exceso de velocidad, no uso del cinturón o maniobras peligrosas.
Más de 50.000 condenados
Según datos de la Fiscalía de Seguridad Vial, más de 50.000 conductores fueron condenados el año pasado por conducir bajo los efectos del alcohol o las drogas. La DGT insiste en que estas campañas no buscan solo sancionar, sino sobre todo prevenir: salvar vidas y reducir la siniestralidad.
La colaboración entre instituciones y ciudadanía es clave para lograrlo. Las víctimas, como las que participan con ASPAYM, ponen rostro a las estadísticas y recuerdan que una sola decisión puede cambiar una vida para siempre.