Un estudio psicológico a largo plazo ha descubierto una relación entre las condenas por conducir, los accidentes y comportamientos de la vida cotidiana como consumir comida basura o ingerir alcohol.

Del mismo modo, los investigadores han descubierto que esta relación está asociada a una variación genética en el metabolismo de la serotonina, un neurotransmisor al que van dirigidos muchos antidepresivos.

Por todo ello, existe una posible base psicológica común entre el comportamiento de riesgo en la conducción y en la vida. Para realizar la investigación, los científicos combinaron los datos psicológicos, genéticos y bioquímicos del Estudio Psicobiológico Estoniano sobre el Comportamiento en el Tráfico con registros policiales y de seguros.

En él participaron un total de 817 conductores, que completaron cuestionarios a lo largo del tiempo para medir factores como la impulsividad y la agresividad; también se sometieron a análisis de sangre y genéticos.

Al comparar estos resultados con las bases de datos de la policía y los seguros, los investigadores establecieron vínculos relacionados con la conducción de riesgo.

En este sentido, 137 conductores amonestados por exceder los límites de velocidad tendían a tener tiempos de reacción más rápidos, pero también mayor agresividad física y verbal; además, realizaban actividad física más extenuante y consumían mayor cantidad de comida basura.

Del mismo modo, los investigadores descubrieron que los conductores que consumían bebidas energéticas al menos una vez en semana tenían el doble de posibilidades de conducir con exceso de velocidad.

También analizaron los rasgos genéticos de los conductores voluntarios y descubrieron que ciertas variantes de un gen que transporta la serotonina (el polimorfismo 5-HTTLPR) estaban asociadas con la conducción temeraria. La serotonina es un neurotransmisor que se cree que está implicado en la depresión, regulado por muchos antidepresivos.

Por todo ello, el estudio evidencia que los conductores que son imprudentes en la carretera también tienden a arriesgarse en otros ámbitos de la vida, y es posible que haya una tendencia biológica a este comportamiento.