Los neumáticos de cualquier vehículo son uno de los puntos más importantes para garantizar la seguridad de todos los usuarios de la carretera. Por ello, es esencial realizar un correcto mantenimiento de los mismos cada pocos meses.
Aunque existen una serie de obligaciones y consideraciones sobre cómo garantizar que se encuentren en buen estado, el correcto cuidado de los neumáticos debe recoger también algunos factores más allá del nivel de profundidad del dibujo de la goma.
Por una parte, la normativa actual de la Dirección General de Tráfico impide la circulación de cualquier vehículo, cuando el grosor de las ranuras del neumático supera los 1,6 milímetros. No obstante, Tráfico recomienda sustituir estos elementos cuando se alcanzan los 3 milímetros.
Por otra parte, una de las pautas que mejor indicarían su nivel de mantenimiento, se encuentra en el desgaste de los neumáticos. Si bien su vida útil puede encontrarse entre los 40.000 y los 50.000 kilómetros recorridos, se aconseja revisar, tanto el estado de la goma, como la presión del aire.
Así, se podrá comprobar el agarre de los mismos, o el desgaste al que están sometidos. Esto se debe a que una presión baja puede dañar los extremos del neumático, mientras que una presión demasiado alta, puede hacer lo mismo con su parte interna. Además, unos neumáticos con la presión por debajo de los niveles recomendados, que se sitúan en torno a los 2,5 bares, aumentarán la distancia de frenado; algo que puede suponer un importante incremento del riesgo de accidente.
Por último, otro factor de especial relevancia es el que hace referencia al endurecimiento del propio neumático. Puesto que tanto el paso del tiempo, como la fricción continua a la que se ve sometida, puede provocar una importante pérdida de adherencia de su goma.