Los dos órganos más comúnmente dañados después de un accidente de tráfico son el hígado y el bazo, los cuales pueden causar una hemorragia grave y, el caso del primero, la muerte ya que no se puede extraer.

Para llevar a cabo el informe, publicado en el 'Journal of Epidemiology and Community Health', los investigadores estudiaron a más de 51.000 personas mayores de 18 años que habían sufrido un accidente de tráfico, habían sido ingresadas o habían fallecido en el traslado al hospital o en el mismo centro hospitalario.

Los investigadores clasificaron las lesiones hepáticas: de bajo grado o severas. Las lesiones de bajo grado incluyen coágulos de sangre o laceraciones superficiales, mientras que las graves se refieren a la la ruptura de coágulos con sangrado incontrolado, laceraciones profundas y otros tipos de heridas que necesitan reparación inmediata.

El 15 por ciento de los pacientes tenían lesiones hepáticas en la categoría severa, y el 15 por ciento de esos pacientes murió. Entre los pacientes con lesiones hepáticas leves o moderadas, casi el 8 por ciento falleció. Asimismo, alrededor del 14 por ciento de los que tenían lesiones graves requirieron cirugía y el 21 por ciento tuvo algún tipo de complicación, en comparación con el 5 y el 15 por ciento, respectivamente, de aquellos con lesiones hepáticas menos graves.

En este punto, los investigadores observaron que los pacientes que llevaban puesto el cinturón de seguridad tenían un 21 por ciento menos de probabilidades de sufrir una lesión hepática grave, y los que estaban protegidos con cinturón de seguridad y airbag tenían un 26 por ciento menos de riesgo de padecer estas lesiones.