La inteligencia artificial ya no es solo cosa de móviles o asistentes domésticos. El sector del automóvil se prepara para una nueva etapa marcada por lo que Renault denomina el vehículo aumentado: coches capaces de aprender del conductor, anticipar necesidades y ofrecer una experiencia de conducción más segura, personalizada y conectada.
Lejos de limitarse a ejecutar órdenes, la IA integrada en estos vehículos actúa de forma proactiva. Analiza el entorno, los hábitos de uso y el contexto del trayecto para ajustar funciones como la climatización, la navegación o los sistemas de ayuda a la conducción, con el objetivo de reducir la carga cognitiva del conductor.
Uno de los ejemplos más visibles de esta estrategia es Reno, el copiloto virtual que debutará en modelos eléctricos como el Renault 5 E-Tech. Este asistente digital aprende de las preferencias del usuario, propone rutas más eficientes, ofrece consejos de conducción y facilita el acceso a las funciones del vehículo mediante interacción natural.
Según Renault, esta evolución no responde a una única inteligencia artificial, sino a un ecosistema de IAs especializadas. Algunas operan a bordo del vehículo, mientras que otras se emplean en áreas como la producción industrial, la logística o el mantenimiento predictivo, conectando el coche con todo el sistema del fabricante.
El objetivo, subraya el grupo, no es sustituir al conductor, sino acompañarlo. Para Luc Julia, director científico de Renault Group, el coche del futuro será un espacio más cómodo y seguro, capaz incluso de actuar como guía digital del entorno o de generar contenidos interactivos para los pasajeros durante el viaje.
Esta visión apunta a una transformación profunda del automóvil, que deja de ser solo un medio de transporte para convertirse en una plataforma inteligente en constante evolución. Un cambio que, impulsado por la IA, promete redefinir la relación entre personas y vehículos en la próxima década.

