El aprendizaje, la memoria y la reparación del cerebro dependen de la capacidad de las neuronas para cambiar con la experiencia.

Las conclusiones centradas en la corteza visual llevan esperanza a las personas con trastornos como la ambliopía (conocida como ojo perezoso), la lesión cerebral traumática y otras, según los investigadores. 

"Ofrecemos la primera demostración de que niveles moderados de actividad física mejoran la neuroplasticidad en la corteza visual de los humanos adultos", dice Claudia Lunghi, de la Universidad de Pisa, en Italia.

El potencial plástico de la corteza cerebral es mayor cuando el cerebro en desarrollo es modelado por la experiencia, pero, muchas beces, se cree que es plasticidad cerebral disminuye con la edad.

Esa reducción de la flexibilidad del cerebro, a través, del tiempo es especialmente pronunciada en el cerebro sensoral, que muestra menos plasticidad en los adultos que en las personas menos jóvenes.

Lunghi y su colega Alessandro Sale, del Instituto de Neurociencias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas italiano, decidieron explorar el papel de la actividad física en la plasticidad del cerebro por medio de experimentos que Sale realizó previamente en animales de laboratorio. 

Estos estudios mostraron que los animales que realizan actividad física, por ejemplo, ratas corriendo en una rueda, mostraron niveles elevados de plasticidad en la corteza visual y la mejora de la recuperación de la ambliopía en comparación con los animales más sedentarios.

Por ello, para saber si ocurre lo mismo en las personas, los investigadores midieron el potenial plástico residual de la corteza visual de los adultos en los seres humanos, mediante una sencilla prueba.

La mayor parte del tiempo, los ojos tranajan juntos pero cuando las personas tienen uno de los ojos tapados , durante un corto periodo de tiempo, el ojo cerrado se vuelve más fuerta a medida que la corteza visual intensa compensa la falta de entrada visual.

En el nuevo estudio, Lunghi y Sale sometieron a 20 adultos a esta prueba dos veces; en una de las pruebas de privación, los participantes con un ojo parcheado vieron una película mientras se relajaban en una silla. 

En la otra, los participantes con un ojo tapado realizaron ejercicio sobre una bicicleta estática durante intervalos de diez minutos durante la película, demostrando que la plasticidad del cerebro se ve reforzada por el ejercicio.

"Hemos encontrado que si, durante las dos horas que se tapa en el ojo, el sujeto pedale de manera intermitente, el efecto perceptivo del ojo con parche en la rivalidad binocular es más fuerte en comparación con una condición en la que, durante las dos horas de tener el ojo tapado, el sujeto mira una película sentado en una silla. 

Es decir, después de la actividad física, el ojo que fue tapado staba fuertemente potenciado, indicando incremento de niveles de plasticidad cerebral", explican estos expertos.