Los hallazgos de esta investigación sugieren que las personas que tienen antecedentes de depresión pasan más tiempo procesando información negativa, como caras tristes, que información positiva, como caras felices, y que esta diferencia es mayor en comparación con las personas sanas sin antecedentes, explica la autora principal Alainna Wen, becaria postdoctoral en el Centro de Investigación de la Ansiedad y la Depresión de la Universidad de California en Los Ángeles.

Dado que más pensamientos y estados de ánimo negativos y menos pensamientos y estados de ánimo positivos son característicos de la depresión, esto podría significar que estos individuos tienen un mayor riesgo de sufrir otro episodio depresivo.

La depresión es definida como un periodo de al menos dos semanas de estado de ánimo depresivo o pérdida de interés o placer en las actividades cotidianas, lo que puede interferir o limitar la capacidad de una persona para llevar a cabo las principales actividades de la vida.

Las tasas de recaída del trastorno depresivo mayor siguen siendo elevadas a pesar de los tratamientos bien establecidos. Más del 50% de las personas que sufren por primera vez un episodio depresivo grave sufren episodios posteriores, y a menudo recaen a los dos años de la recuperación. Por esta razón, es necesario conocer mejor los factores de riesgo del trastorno depresivo mayor para mejorar el tratamiento y prevenir las recaídas.

Para este trabajo, los investigadores realizaron un metaanálisis de 44 estudios en los que participaron 2.081 personas con antecedentes de trastorno depresivo mayor y 2.285 controles sanos. Todos los estudios examinaron los tiempos de respuesta de los participantes a estímulos negativos, positivos o neutros. En algunos casos, se mostraba a los participantes un rostro humano feliz, triste o neutro y se les pedía que pulsaran un botón diferente para cada uno. En otros, los participantes reaccionaron ante palabras positivas, negativas o neutras.

El grupo que respondió con mayor rapidez a los estímulos emocionales y no emocionales fueron los participantes sanos frente a los participantes con antecedentes de depresión, independientemente de que esos estímulos fueran positivos, neutros o negativos. Los participantes que habían padecido previamente un trastorno depresivo mayor dedicaron más tiempo a procesar los estímulos emocionales negativos que los positivos, en comparación con los controles.

Mientras que los controles sanos mostraron una diferencia significativa en la cantidad de tiempo que dedicaban a procesar estímulos emocionales positivos frente a negativos en comparación con los que estaban en remisión de una depresión mayor, esa distinción no aparecía al comparar el tiempo dedicado a procesar estímulos negativos frente a neutros o positivos frente a neutros.

En conclusión, los resultados sugieren que los individuos con trastorno depresivo mayor recurrente no sólo son menos capaces de controlar la información que procesan que los individuos sanos, sino que también muestran un mayor sesgo a centrarse en la información negativa frente a la positiva o neutra, según Wen.