La neumonía es una enfermedad infecciosa y, en consecuencia, con riesgo de contagio. Las bacterias constituyen la causa más común de esta dolencia y, especialmente, la bacteria Streptococcus pneumoniae, conocida como neumococo. Los virus también son una causa común de neumonía; por ejemplo, el virus de la gripe, la varicela, el sarampión o la tosferina.

En España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, la neumonía provoca entre 9.000 y 10.000 muertes cada año. Sin embargo, el incremento en la esperanza de vida y la mayor supervivencia de pacientes con enfermedades crónicas y/o con inmunodeficiencias hace prever que la población susceptible aumente en los próximos años.

La neumonía es más frecuente en varones mayores de 65 años, suele aparecer en invierno y en presencia de diversos factores de riesgo que van desde la existencia de enfermedades crónicas previas al tabaquismo. Se puede p resentar de forma leve, pero la necesidad de ingreso hospitalario aumenta con la edad así como la posible aparición de complicaciones que pueden llegar a ser mortales.

También tiene un fuerte impacto en la población infantil menor de cinco años, en la que la vacunación tiene importantes beneficios. Por ello, es importante limitar el contacto en este contexto.

El abandono del hábito tabáquico, el aumento de la vacunación y una buena higiene dental previenen la aparición de la neumonía, una enfermedad infecciosa de los pulmones que comporta riesgo de contagio, según ha indicado la miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).

Asimismo, las vacunas especializadas contra la enfermedad están dirigidas a las personas mayores de 65 años y a las que, en cualquier edad, tienen las defensas bajas, sufren patologías crónicas, respiratorias, cardíacas o diabéticas.

La neumonía se produce por microorganismos infecciosos y los más frecuentes son las bacterias, en concreto, el neumococo, aunque también puede estar producida por virus. Los síntomas suelen ser fiebre, tos, expectoración, dolor de costado y dificultad respiratoria. El diagnóstico se confirma con una radiografía de tórax, aunque en la auscultación puede haber hallazgos compatibles, como los ruidos crepitantes.

Tiene una mortalidad asociada variable. La neumonía leve, las personas que no necesitan ingreso, conlleva un 1 por ciento de mortalidad, los hospitalizados están entre un 5 y un 7 por ciento.

Se trata con antibióticos y, en el caso de que se produzca el fallo de un órgano, como un fallo respiratorio, hay que añadir oxígeno.

La neumonía con resistencia a los antibióticos es la que se puede producir en el hospital, como complicación de alguna intervención o de algún acto que se realice en el hospital.