En los próximos años, uno de cada dos hombres y una de cada tres mujeres desarrollará cáncer, una enfermedad que en 2040 alcanzarán 28 millones de personas en todo el mundo y que a final de siglo será la principal causa de muerte, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aunque en los últimos años la esperanza de vida ha subido hasta el 60%, aún queda una mejora que solo vendrá de la mano de la investigación porque sin investigación no hay avance, ha advertido el oncólogo y presidente de laReal Academia Nacional de Medicina, Eduardo Díaz Rubio.

Hay muchos médicos en España que se dedican a la investigación en los hospitales pero estos profesionales, que son los que más cerca están del paciente, tienen francos problemas para investigar porque su trabajo está organizado en torno a la labor asistencial, ha explicado el expresidente de ASEICA y jefe del Servicio de Oncología en el Hospital 12 de Octubre de Madrid, Luis Paz-Ares.

Estos médicos no tienen el tiempo de investigación regulado ni reconocido, lo que les obliga a investigar después de su jornada laboral y a hacerlo de manera voluntaria, y esa falta de apoyo institucional hace que al final estos profesionales abandonen la investigación.

Asimismo, los médicos que investigan ven penalizado su trabajo porque, a pesar del tiempo que han dedicado a su formación (la mayoría son doctores con estancias postdoctoral en el extranjero), no se contabiliza ni se reconoce como méritos en la carrera profesional.

Desafíos y propuestas de mejora

La presidenta de ASEICA e investigadora delCentro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO),Marisol Soengas, ha presentado este martes un documento con propuestas para implementar la figura del médico-investigador, una categoría del personal médico que está reconocida en la Ley de Ciencia pero que los gobiernos autonómicos siguen sin desarrollar, con el fin de revertir esta situación.

Seis retos y desafíos

1. No existe una trayectoria definida que establezca cómo avanzar en la carrera profesional del colectivo médico-investigador. El 70% de los profesionales lamentan la incertidumbre laboral como uno de los desafíos más importantes. No existe la categoría de especialista médico-investigador en el SNS.

2. Falta de tiempo protegido para la investigación, donde el 80% considera que la carga asistencial impide dedicar tiempo a la investigación.

3. Escasa o inconsistente valoración de la labor investigadora por parte de los organismos de valoración, por lo que muchos médicos desisten de la investigación al obtener más proyección con la labor puramente asistencial.

4. Falta de programas de investigación clínica y traslacional, con carencias tanto en los programas de las universidades como en las residencias.

5. Falta de financiación en España a la investigación, con tan solo un 1.42% del PIB y más del 75% de los proyectos por debajo del presupuesto de los 65.000 euros. Tampoco existen suficientes proyectos colaborativos entre centros hospitalarios y académicos.

6. Falta de apoyo y formación en innovación y transferencia de resultados.

Seis soluciones y propuestas de mejora

En primer lugar, establecer la categoría del médico-investigador en el SNS, con las labores bien definidas entre la dedicación asistencial y el tiempo protegido para la investigación.

Del mismo modo, puede ser útil reconocer la trayectoria profesional de investigación para acabar con la desventaja profesional con respecto al personal únicamente asistencial, y garantizar la investigación como un factor para estabilización de plazas en el SNS.

Aumentar la financiación para proyectos individuales y colaborativos, y disminuir la brecha salarial con respecto al personal asistencial sin dedicación investigadora y regular la acreditación de Servicios o Departamentos Clínicos como medio para que los respectivos servicios de salud reserven un número de plazas a los al colectivo médico-investigador en los hospitales.

Desarrollar programas de formación científica en las facultades de Medicina, poniendo en valor la figura del médico-investigador en los perfiles de difícil tratamiento. Promover programas de formación dual tanto en las universidades como en las residencias y, por último, facilitar la actividad innovadora en oncología dentro del SNS.