Así, el nuevo hígado implantado está basado en el trabajo del laboratorio de Bhatia realizado en 2011, donde se desarrolló un andamio de tejido de ingeniería, sobre el tamaño y la forma de una lente de contacto, que podría ser implantado en el abdomen de un ratón.

Allí, las células del hígado se integran con el sistema circulatorio del ratón, lo que le permite recibir suministro de sangre y comenzar a realizar las funciones normales del hígado.

Pero estos implantes tenían un gran inconveniente: contenían menos de un millón de hepatocitos. Por ello, para aumentar su población, los investigadores decidieron aprovechar un rasgo clave de las células del hígado que es que pueden multiplicarse para generar nuevo tejido hepático.

Para conseguirlo, elaboraron estructuras microfabricadas que incorporan organoides esféricos hechos de hepatocitos y fibroblastos, así como cordones de células endoteliales, los componentes básicos de los vasos sanguíneos.