Hasta ahora, estaba vetado el trasplante de riñones de personas con VIH, porque se veía esta enfermedad como un factor de riesgo a tener en cuenta en este tipo de intervenciones. No obstante, un estudio con más de 40.000 pacientes, estableció que las personas con un virus de la inmunodeficiencia humana bien tratado y controlado, tienen unas posibilidades tan bajas de trasmitirlo a través de un trasplante, como aquellos que no padecen VIH.

La intervención, ha tenido lugar justo después de que la Red Unida para Compartir Órganos diera su visto bueno a la operación. Como reconocían los cirujanos responsables, “este es un gran día para el hospital y para nuestro equipo. Pero sobre todo, lo es para aquellos pacientes que viven con VIH y con un órgano enfermo en su última etapa. Porque para ellos, este nuevo procedimiento podría suponer una nueva oportunidad de vivir.”

El riñón trasplantado pertenece a Nina Martínez, una joven de 35 años, que decidió apuntarse como donante de este órgano, después de enterarse de que una amiga, también con VIH, necesitaba de manera urgente un trasplante. No obstante, el proceso que tuvo que superar para ser considerada como una donante válida, terminó suponiendo la muerte de su amiga. Aun así, Martínez decidió seguir adelante con la donación, que finalizó al salvar la vida de otro paciente con VIH.

Hasta 2013, Estados Unidos contaba con una ley que impedía el trasplante de órganos sanos de personas que tuvieran VIH, incluso aunque fuera entre afectados por este virus. Pero, después de ese año, la ley tampoco se mostraba muy favorable en cuanto a estos trasplantes. Gracias a esta intervención, se podrán salvar “las vidas de miles de pacientes con VIH que mueren cada año en las listas de espera de trasplantes. Además, esto supone que dejen de desperdiciarse miles de órganos que podrían salvar a otros”, reconocían los expertos del centro.