Gracias al olfato, algunos animales son capaces de detectar drogas, personas desaparecidas, sospechosos de detectar un crimen y ahora, hasta son capaces de detectar el cáncer.

En España, se detectan, cada año, 28.000 nuevos casos de próstata, el segundo tumor más común y la sexta causa de muerte por cáncer entre los hombres en todo el mundo.

La prueba más común para detectar el cáncer de próstata es la biopsia pero, antes, los pacientes se someten a otras pruebas. Así, además del tacto rectal, se encuentra la determinación en sangre de antígeno prostático específico que ha contribuido al aumento de la detección de esta enfermedad por ser la prueba diagnóstica más sensible.

Pero, ahora los perros podrían tener un papel muy importante en este ámbito. Estudios anteriores ya habían demostrado que estos animales entrenados pueden detectar cánceres de vejiga, pulmón o mama solo oliendo la orina de los pacientes portadores.

Así, un equipo del Hospital Universitario y Politécnico La Fe en Valencia comprueba ahora en laboratorio si estos serían capaces de señalar la presencia de cáncer.

El proyecto, coordinado por José Luis Ruiz Cerdá en el Instituto de Investigación Sanitaria La Fe pretende incluir esta nueva herramienta biológica en la detección del cáncer.

Uno de esos perros es Yuka que gracias a su olfato y a un entrenamiento adecuado, participa en esta investigación para detectar la presencia de compuestos orgánicos volátiles en la orina de estos pacientes con cáncer de próstata. Una técnica favorecería al paciente por evitarle este procedimiento incómodo y al sistema sanitario porque reduciría costes hospitalarios. 

Estos animales son capaces de identificar de manera mucho más precisa, con un umbral de detección 100 millones de veces superior al humano, las moléculas responsables de los olores que vienen del aire inhalado y de detectar los compuestos orgánicos volátiles presentes en la orina y característicos del cáncer de próstata.

Los perros, que son donados desde particulares al adiestrador que los acoge en su casa, realizan un exhaustivo y protocolizado entrenamiento con muestras con cáncer y sin compuestos procedentes del metabolismo de las células cancerígenas.

En la primera parte del entrenamiento, los perros comienzan a aprender a identificar muestras de cáncer de próstata de alta carga tumoral para fijar la huella olorosa.

Después, ya en la segunda fase, la carga tumoral es inferior por una razón sencilla: "El objetivo es intentar que se detecte el cáncer también en fases tempranas donde el tamaño del tumor es reducido y resulta más difícil que se pueda detectar mediante biopsia", recalca Ruiz Cerdá. 

En la última etapa del entrenamiento, los perros marcan entre seis muestras presentadas la correspondiente al paciente con cáncer de próstata.

De este modo, con esta combinación de herramientas y la financiación adecuada, los científicos podrán detectar , prematuramente, la presencia de cáncer.