La marca de un pasado indeseable, el lucimiento de ideas políticas, marcas para identificarse…esto y mucho más se cuenta en 'Criminal: Ángeles bellos, bárbaros tatuados, la historia del tatuaje en España'.
Se trata del gran libro ilustrado del tatuaje de aquella "España brutalista", la España de las bandas, los proxenetas y los resquicios de una guerra que dejó al país en ruinas.
Editado por Servendo Rocha, 'Criminal' hace un recorrido por los siglos XIX y XX en España sobre los inicios y significados de los tatuajes talegueros, asociados en Europa con la delincuencia y la gente de mal vivir.
Criminólogos muy populares del siglo XIX defendían la frenología, es decir, que se podía conocer la personalidad de alguien por la forma de su cráneo, y estaban convencidos de la relación innata entre tatuajes y delincuencia.
Y es que los delincuentes solían pertenecer a bandas criminales, se marcaban para diferenciarse. Un ejemplo de la época son Los Apaches, quienes sembraron el terror en Madrid y Barcelona alrededor de 1900.
El tatuaje no era solo cosa de hombres. Lamentablemente, muchas mujeres que ejercían la prostitución eran obligadas a tatuarse por sus proxenetas, quienes grababan en ellas sus nombres como si fuesen ganado.
Son decenas las historias individuales y colectivas que se encuentran en este libro, 'Criminal', donde cuentan una parte desconocida de la guerra civil, como la de quienes se tatuaron el yugo y la hoz comunista y más tarde tuvieron que recurrir a métodos espantosos para eliminar el tatuaje de su piel.
Fue a partir de los 90 cuando el tatuaje comenzó a popularizarse y perder su carácter rebelde, que no ha perdido del todo. Y es que tatuarse, como en sus inicios, nunca dejará de ser una “cicatriz parlante”, y un acto macarra de rebeldía.