Un estudio elaborado entre 2016 y 2017 entre las islas Cíes y Finisterre, en Galicia, ya alertaba de la presencia cada vez mayor de tres especies de ballenas en peligro de extinción, debido a la existencia de Krill, principal alimento de estos cetáceos.

El motivo para la modificación de las rutas marítimas de estos animales, según declaran expertos del Bottlenose Dolphin Research Institute (BDRI), se encontraría en la huella ecológica producida por el ser humano. Este grave problema, uno de los responsables principales del cambio climático, obliga al desplazamiento de los cetáceos, ya que la presión pesquera se encarga de desplazar su principal alimento hacia zonas más costeras.

El krill del norte, una especie de crustáceo malacostráceo, se concentra en zonas muy cercanas a las costas españolas, lo que convierte estas localizaciones en puntos muy atractivos para la llegada de especies amenazadas como los rorcuales comunes, las ballenas azules y los rorcuales norteños.

Este comportamiento, como denuncian distintos expertos de la comunidad científica, que han participado en el estudio del BDRI publicado por la revista Ecological Indicators, pone en peligro la vida de los 54 ejemplares localizados en estas nuevas rutas de concentración del alimento de las ballenas.

Pero, además, esto supone también un riesgo añadido para la supervivencia de especies amenazadas en nuestras aguas, debido a los posibles encallamientos de los cetáceos, así como a su elevada concentración en algunas zonas, que se traduciría en un rápido descenso del krill, y en la consecuente desaparición de su fuente de alimentación principal.