A pesar de que en Europa las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) están sufriendo un declive en sus poblaciones, en España estas aves son especialmente numerosas y se concentran sobre todo en Castilla-La Mancha (con 11.723 individuos) y Extremadura (con 11.190). Pero es la provincia de Cáceres la que alberga la mayor población de cigüeñas, con unas 7.035 parejas que cada vez emigran menos a África.

"Las cigüeñas permanecen durante el invierno en la Península, ya que los basureros se han convertido en una fuente permanente de alimentos", aseguran al Servicio de Información y Noticias Científicas (Sinc) los investigadores de la Unidad de Toxicología de la UEx.

Como las aves son susceptibles de acumular en sus organismos contaminantes orgánicos, el equipodecidió comprobar los niveles de contaminación por compuestos orgánicos persistentes (COP), concretamente pesticidas organoclorados (OCP) y policlorobifenilos (PCB), en 59 avees de tres colonias extremeñas con diferente nivel de exposición ambiental respecto a centros de tratamiento de residuos sólidos urbanos o basureros controlados: en una zona protegida para aves (ZEPA Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes), otra rodeada de dehesa a cinco kilómetros del basurero; y la última en una zona agrícola a dos kilómetros de otro basurero.

Los resultados, publicados en la revista Chemosphere, confirman la ausencia de PCB en el plasma de estas aves. El análisis permitió detectar la presencia de insecticidas clorados como el heptacloro, el endosulfan, el aldrín, y en mayores concentraciones el DDE (diclorodifenildicloroetileno, un metabolito del conocido insecticida DDT) que, a pesar de su prohibición, persisten en el medio ambiente y se acumulan en la cadena trófica.

Aunque a priori los niveles detectados no suponen un riesgo claro para los pollos, "no podemos obviar la existencia de problemas crónicos asociados a la presencia de estos contaminantes", dicen los investigadores, quienes recalcan que, salvo casos aislados, no producen intoxicaciones agudas en las aves.