La contaminación acústica es un grave problema para el medio marino, como denuncian distintas organizaciones para la defensa del medio ambiente. El daño de este tipo de contaminación se aprecia sobre todo en las ballenas, que ven perjudicada su orientación, la comunicación entre distintos ejemplares y pueden acabar por desarrollar problemas acústicos.
En las costas chilenas se concentra hasta la mitad de los avistamientos de ballenas de todo el mundo. Un espectáculo que supone graves daños para muchos de estos ejemplares, que pueden acabar varados por el ruido procedente de los motores de las embarcaciones.
Para evitar estos problemas a los cetáceos, la oceanógrafa Susannah Buchan ha implementado, en esta localización, un robot que alertaría de la localización en tiempo real de todo tipo de ejemplares, así como de la especie a la que pertenece cada una. Este dispositivo, que ya ha demostrado su efectividad en las aguas del puerto de Boston, entre otros, avisaría de la proximidad de las ballenas a las embarcaciones que reducirían su velocidad, o apagarían los motores de forma momentánea, para evitar colisiones o la desorientación de los mamíferos.
La contaminación acústica en los océanos se traduce en la que es la segunda causa de mortalidad para las ballenas de todo el mundo: la colisión con barcos y todo tipo de embarcaciones. Este problema, a su vez, no afectaría solo a los cetáceos, ya que un enorme número de las especies marinas se guían, o utilizan algún tipo de comunicación por ondas sonoras. Y si bien ya se han demostrado los perjuicios del uso de radares y otros sistemas de localización y navegación humanos para la fauna marina, ahora también se ha demostrado que los ruidos generados en los océanos son igual de perjudiciales.