Las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera absorvidas por el agua suponen una amenaza constante, hasta poner en peligro los ecosistemas marinos. El Mediterráneo ha aumentado la temperatura media en casi en un grado en los últimos años y, con el tiempo, se estima que esta media del agua exceda a los 29 grados. Por otro lado, la acidez de sus aguas crecerá en más de un 100% hasta final de siglo.

Todo esto supone una doble amenaza que ha alterado la vida marina ya que cientos de especies ya se han desplazado hacia el norte debido a la falta de alimentos, y otras han muerto, dejando vía libre a las medusas, que proliferarán en los próximos años.

Este grave problema no sólo afecta a los ecosistemas marinos, sino que también tienen un impacto directo sobre la economía, el turismo y la acuicultura. El número de turistas que hoy eligen sus aguas, con el tiempo se reducirá entre un 3% y un 10%, una pérdida anual de seis millones de euros. Además, la cultura gastronómica de pescado y marisco, podría disminuir debido a la desaparición de especies.

También, el tursimo de buceo, propio en las zonas de coral rojo y praderas submarinas del Mediterráneo, se vería afectado, ya que la desaparición de parte del ecosistema marino se traduciría en una reducción del número de inmersiones lo que que supondrían una pérdida de unos cuatro millones de euros al año.

Reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera es fundamental por lo que los investigadores insisten en que hay que disminuir el consumo de combustibles fósiles para que las especies y los ecosistemas del Mediterráneo dejen de estar en peligro.