Cada año se vierten en los mares entre 6.000 y 14.000 toneladas de crema solar con las consecuencias nefastas que tiene para el medio ambiente. La crema solar es un producto que tiene graves consecuencias para el ecosistema marino ya que, una vez en el agua, desprende una serie de ingredientes tóxicos que pueden matar a la fauna y flora con el paso del tiempo. Entre los ingredientes más contaminantes de las cremas solares se encuentran la Oxibezona (benzofenona-3), un químico que actúa sobre el ADN de los arrecifes de coral, interrumpe su crecimiento y contribuye a su blanqueamiento; y el titanio (TiO2), una sustancia altamente tóxica para los peces y para toda la vida marina.

Para reducir la gravedad de este problema, la opción más eco-friendly es elegir protectores solares que sean respetuosos y que no lleven estos componentes, o que los tengan en un porcentaje mínimo.

Asimismo, hay otros sectores que también se están sumando al movimiento sostenible y ofrecen cada vez más productos que permitan combinar ir a la playa con un mejor cuidado del entorno, como es el caso del sector de la cosmética o el textil, el segundo más contaminante del mundo y que, por ello, se está reinventando con artículos ecológicos, como es el caso de los bañadores fabricados con hilo reciclado.

Además, también existen empresas textiles que impulsan procesos de fabricación más respetuosos con el medioambiente, como la reducción del uso de agua o el empleo de tintes no contaminantes, entre otros.

Por otro lado, consumir productos reutlizables o biodegradables en las playas sería lo idóneo, pues no corremos el riesgo de olvidarnos de algún residuo que pueda contaminar el medio natural o que acaben en vertederos e incineradoras. Por lo que, debemos intentar dejar de utilizar productos de usar y tirar en todo lo relacionado con envases alimentarios, vasos, platos, pajitas, etc.

No obstante, este verano es diferente por la crisis del Covid-19, que nos obliga a utilizar mascarillas, geles desinfectactes o guantes, unos productos que en su mayoría son de un solo uso, y que ya están teniendo terribles consecuencias en los ecosistemas marinos, pues muchas personas no los reciclan y los dejan tirados en las playas o directamente los arrojan al mar.