Cuando se acicalan, además de poner en orden sus plumas, los flamencos rosados (Phoenicopterus roseus) se aplican un pigmento a modo de maquillaje que potencia su llamativo color.

Un estudio realizado en la Estación Biológica de Doñana y publicado en la revista Behavioural Ecoly and Sociobiology, revela la existencia de pigmentos carotenoides en las secreciones de las glándulas uropigiales que tienen las aves cerca de la base de la cola. Los flamencos producen un aceite que luego se untan sobre las plumas con el pico. Dicho aceite contribuye a la longevidad de las plumas y a su impermeabilización.

"Nos dimos cuenta que tras la salida del cascarón de los polluelos, los ejemplares adultos perdían su emblemático color rosa", ha declarado Juan Amat, ornitólogo miembro del equipo. Las aves adultas volvían a adquirir su famoso plumaje rosa con posterioridad "aunque no estuvieran mudando sus plumas, así que nos preguntamos si había un elemento cosmético a considerar", ha explicado Amat.

Los hallazgos no sólo demuestran que los propios animales usan sus secreciones como cosméticos para modificar el color de las plumas. Además, los investigadores han comprobado que la coloración depende de la cantidad de pigmento que se aplican. Frotarse les lleva tiempo, y cuanto más frecuentemente lo hacen, más maquillados están. Si dejan de hacerlo, el color se desvanece en pocos días. Los flamencos se aplican estos pigmentos sobre todo cuando se encuentran en grupo, lo que sugiere que es un método para atraer e impresionar más a sus parejas.