Esta investigación ha puesto de manifiesto que el grosor del hielo marino tiene de 1,4 a 5,5 metros y no un metro de grosor como se creía anteriormente.

No solo se ha descubierto eso sino que además se ha comprobado que el hielo marino del Ártico se reduce significativamente al mismo tiempo que aumenta de grosor en la Antártida.

Hasta que se realizó esta investigación, la medición del grosor del hielo marino se hacía con las perforaciones y observaciones hechas desde los barcos. Los autores de este estudio sospechaban que estas mediciones no eran correctas porque los barcos rompehielos prefieren navegar en zonas en las que no se les dificulte el paso y por lo tanto en zonas con menor grosor de hielo.

Por este motivo, los científicos decidieron utilizar robots marinos y vehículos autónomos para medir el grosor de los hielos marinos en tres zonas antárticas. De esta forma pudieron comprobar que estaban en lo cierto y que las anteriores mediciones eran erróneas.

Los expertos señalaron que el grosor de los hielos marinos varía entre 1,4 metros a 5,5 metros mientras que en casos extremos puede llegar hasta los diez metros de grosor.