Este estudio, realizado por el consorcio ForHot, un grupo de científicos formado en 2012, ha analizado cómo el aumento de la temperatura afecta al reciclaje de la materia orgánica y a la fertilidad del suelo.

Las praderas y los seres vivos de Islandia se relacionan de manera muy interesante con el aumento de la temperatura durante los primeros 5-8 años, pero, transcurridos más de 50 años, el ecosistema vuelve a un estado estacionario parecido al inicial.

Además, los investigadores han comprobado que durante los primeros años de calentamiento del suelo, el metabolismo de los microorganismos se acelera, se libera carbono a la atmósfera y la composición del suelo cambia. Sin embargo, a largo plazo, alcanza un nuevo equilibrio en el que ya no se observan cambios bruscos en los ecosistemas debido a que, por ejemplo, los seres vivos se han adaptado o son muy diferentes a los iniciales.

Los científicos compararon los efectos del calentamiento en 124 elementos del ecosistema que representaban diferentes organismos vivos e inertes, como las variables químicas del suelo o los hongos, entre otros.

Dicha investigación se llevó a cabo cerca de Hveragerdi, al suroeste de Islandia, lugar donde algunos de sus suelos han evolucionado con el aumento de las temperaturas y, otros, donde también o hicieron pero influidos por el terremoto de 2008 que generó gradientes geotermales diferentes.

Gracias a esto, pudieron comprobar los efectos de la temperatura a corto y a largo plazo, y pudieron identificar los elementos de los ecosistemas que son más útiles para predecir los efectos del cambio climático a largo plazo.

Entre los científicos que forman este grupo se encuentran los españoles Jordi Sardans, Albert Gargallo y Sara Marañón, del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) de la Universidad de Barcelona (UAB), Josep Peñuelas, investigador del Creaf y del CSIC, y Mireia Bartrons, de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC).