La resiliencia es la capacidad que tiene un organismo de mantenerse en funcionamiento durante un evento de estrés, como una sequía. Esta se puede medir a través de los anillos de crecimiento en los árboles, puesto que reflejan sus condiciones de vida a lo largo de su vida.

Para realizar el estudio, la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA-CSIC) ha evaluado más de 3.500 árboles de 22 especies en 118 bosques de diferentes regiones del planeta. Se han centrado en comparar el anillo de crecimiento que se forma durante el año de la sequía con los crecimientos de los años anteriores y posteriores en cada árbol; lo que ha dado de resultado un indicativo de cómo ha sido la resiliencia durante el evento y de cómo fue su recuperación.

Después, los investigadores han contrastado la resiliencia a la baja disponibilidad hídrica tanto de los árboles muertos como de los supervivientes de un mismo bosque tras una época de sequía.

Con todos estos datos recabados, el equipo ha podido demostraron que la resistencia al impacto inmediato de la sequía está relacionada con el riesgo de mortalidad en las especies de frondosas (robles); mientras que la capacidad de recuperación es importante para reducir la mortalidad por déficit hídrico en las especies de coníferas (pinos).

Estos resultados, además, suponen un gran avance para preservar los bosques frente al cambio climático, particularmente amenazados por el incremento de la temperatura y el aumento de frecuencia e intensidad de los periodos secos.

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