La pérdida de la capacidad de autorregulación del Mar Menor se aprecia en la mortalidad masiva de su biodiversidad durante el verano, tal y como asegura el Instituto Oceanográfico de España (IEO-CSIC). Sin embargo, el control de los vertidos puede favorecer su recuperación.

Un informe elaborado a solicitud del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) afirma que a principios de septiembre se ha apreciado una mejora en la oxigenación de sus aguas que puede estar relacionada con el cambio de régimen local de vientos.

En este sentido, esta aparente mejora puede ser algo transitorio, porque la saturación de materia orgánica y la turbidez se mantienen, de manera que también lo hace el riesgo de posibles nuevos cuadros de hipoxia y anoxia.

El documento afirma que este episodio de peces muertos no se debe a la temperatura estival, ya que, en lo que va de 20221, la albufera ha presentado unos niveles más bajos que la media de los años anteriores.

En este sentido, el último suceso de mortandad masiva de sus aguas se debe a la entrada de fertilizantes como consecuencia de la agricultura masiva y otras actividades del ser humano en la ribera de la laguna.

Por ello, los nutrientes y la materia orgánica juegan un papel fundamental a la hora de impulsar la eutrofización de la albufera. Su consecuente exceso de fitoplancton ha limitado la entrada de luz y ha afectado a la fotosíntesis y la disponibilidad de oxigeno hasta alanzar niveles cercanos a la hipoxia.

A pesar de todo ello, los expertos afirman que su recuperación es posible si se ataja el problema de los vertidos y se cuidan características esenciales como la salinidad. Por el contrario, si la situación persiste, la vegetación bentónica podría morir, de manera que la crisis ambiental empeoraría.