El estudio realizado por la Fundació Mona, la Universidad de Girona y la Universidad de Graz, señala que las crías de esta especie pasan por una fase de desarrollo social y emocional muy sensible durante los primeros años de su vida, momento en el que los traumas pueden causar un fuerte impacto en su comportamiento futuro.

Además, la investigación ha permitido demostrar que las pésimas condiciones de vida durante la infancia de estos chimpancés, que han sido extraídos de su hábitat natural, y es muy probable que hayan presenciado hasta la muerte de su familia, afectan principalmente al grooming o acicalamiento social; una conducta básica de estos animales que desempeña un papel importante para establecer vínculos entre los individuos.

Por ello, después de analizar durante doce años chimpancés que estuvieron aislados, el equipo de investigación observó que estos dedicaban menos tiempo a relacionarse con el resto, en comparación con aquellos que habían crecido en grupos sociales durante sus primeros cinco años de vida.

De tal manera, y gracias al aprendizaje de nuevas habilidades sociales dentro de los grupos, así como de una correcta estimulación cognitiva, los primates mejoran su bienestar y calidad de vida.

Estos resultados remarcan la importancia en investigar a este tipo de animales que son maltratados desde su temprana edad para ayudar a los que tienen antecedentes traumáticos y permitirles vivir una vida digna.

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