Al año, billones de colillas provocan toneladas de residuos contaminantes debido a que la mayoría de los filtros que tienen los cigarrillos son de plástico no biodegradable hecho de acetano de celulosa.

Los cigarrillos con filtro se empezaron a comercializar en la década de 1950 porque la industria tabacalera hizo creer a la población de que era una forma más segura de absorber el alquitrán por una epidemia de cáncer de pulmón que había esa época.

Este mito a día de hoy se ha desmentido y, por ello, las industrias tratan de que los estudios no aporten datos que les perjudiquen a nivel económico e, incluso, nunca se han hecho cargo del costo de la recogida de residuos que generan sus productos para no meterse en temas medio ambientales.

A pesar de que que se ha demostrado que esta parte de los cigarrillos no es efectiva, las tabacaleras la siguen poniendo para ahorrar dinero, para engañar a la población de que con ellos fumar es más seguro y porque son un elemento de marketing que ayuda a la venta.

La preocupación de la cantidad de residuos contaminantes que generan las colillas es tal que, este problema, ha sido incluido en la agenda internacional de la gestión del tabaco.

Sin embargo, en la lista de productos de plástico de un solo uso cuya comercialización estará prohibida a partir de 2021 en la Unión Europea, no están los filtros de los cigarrillos.

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