Actualmente, el principal ingrediente pegajoso en el asfalto y los selladores de los techos es un subproducto de la producción del petróleo crudo llamado betún, pero el petróleo es un recurso no renovable y las fluctuaciones en el mercado del petróleo han hecho que sea más difícil conseguir betún de alta calidad, lo que obliga a los fabricantes a buscar alternativas, según Ted Slaghek, científico senior en TNO, una organización sin fines de lucro en los Países Bajos que desarrolla aplicaciones de los avances científicos y tecnológicos en el mundo real.

Como resalta este investigador, la lignina es también muy abundante y, por lo tanto, de bajo costo, ya que se retira como un producto de desecho durante el proceso de fabricación de papel. Cada año se producen a nivel mundial más de 50 millones de toneladas como residuos y la mayor parte se quema para generar electricidad para el funcionamiento de las fábricas de papel. La quema de lignina no sólo es un despilfarro, sino que libera el hollín y otros contaminantes, dice Slaghek.

"A largo plazo, tenemos que pasar a productos renovables que podamos recoger cada año, afirma Slaghek. Debería ser lógico utilizar materias primas orgánicas naturales en lugar de petróleo crudo". Este científico explica que la lignina es un recurso renovable que constituye un tercio de la materia seca de los árboles, donde impide la entrada de agua y une otros componentes de la materia biológica vegetal, como la celulosa.

Al compartir muchas características con el betún, la lignina podría convertirse en un aditivo ecológico para ayudar a reducir la cantidad de betún necesaria para las actividades de construcción. Como el betún o bitumen, la lignina es una molécula grande con varios anillos de carbono. 

Mediante la integración de la lignina, este experto pudo reducir la cantidad de bitumen necesario a la mitad, aunque se encontró que las mezclas con mejores resultados requieren menos. 
Así, el equipo de Slaghek ha desarrollado una serie de mezclas de lignina-betún que hacen el asfalto más duro en un clima cálido, evitando la formación de surcos y añadiendo un par de años a la vida útil de una carretera. 

"Por otro lado, las carreteras donde las temperaturas tienden a ser más bajas, el betún puede llegar a ser muy duro y quebradizo, aumentando la posibilidad de que las rocas y los guijarros afloren y dañen los coches", dice Slaghek.