Los resultados de este ensayo, en el que ha participado el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), se publican en la revista Nature.

La clave del trabajo ha sido estudiar la Tierra como si se tratara de un planeta fuera del sistema solar y observarla no de forma directa, sino a través del reflejo que proyecta sobre su satélite, la Luna. El equipo investigó el fenómeno con el telescopio de largo alcance ( VLT, por sus siglas en inglés), ubicado en el desierto de Atacama (Chile).

El sol brilla sobre la Tierra y esta luz se refleja a su vez sobre la superficie lunar; el satélite, por tanto, actúa como un gran espejo que devuelve la luz terrestre hacia nosotros, detalló el investigador del Observatorio Europeo Austral y principal autor del trabajo, Michael Sterzik, según una nota del IAC.

Los investigadores han tratado de encontrar indicadores, como por ejemplo ciertas combinaciones de gases en la atmósfera terrestre, que se consideran indicios de vida orgánica (la presencia simultánea de metano, vapor de agua y oxígeno implica un biomarcador de vida).

La nueva técnica explota la polarización
A diferencia de investigaciones anteriores, la nueva técnica explota la polarización. Cuando la luz se polariza sus campos magnético y eléctrico tienen una orientación determinada (las ondas vibran en una dirección concreta).

Precisamente, lo que han medido los investigadores en este trabajo es cómo polariza la luz dependiendo de la superficie sobre la que se refleja, ha explicado a Efe Enric Pallés, del IAC. Y es que, dependiendo de si es hielo, nubes, tierra u océanos la superficie, la luz reflejada se polariza en un grado y color determinado.

El grupo analizó la luz que reflejaba la Tierra sobre la Luna como si fuera la primera vez que veían nuestro planeta y esa luz les indicó que la atmósfera terrestre es parcialmente nubosa, que parte de su superficie está cubierta por océanos y otro "dato especialmente crucial": que hay vegetación.

Los científicos pudieron incluso detectar los cambios que se producen en la cobertura de nubes de la Tierra y en la cantidad de vegetación en diferentes partes del planeta (todo ello con el reflejo sobre la Luna). 

Esta nueva forma de buscar vida extraterrestre trata de vencer las dificultades que entrañan los métodos convencionales: la luz de un exoplaneta distante es muy difícil de analizar porque es eclipsada por el potente resplandor de la estrella que lo ilumina. Para Stefano Bagnulo, investigador del Observatorio de Armagh (Reino Unido), "es comparable a tratar de observar un grano de polvo junto a una bombilla potente".

Sin embargo, el reflejo del planeta sobre su satélite está polarizado (orientado en una dirección), lo que permite su análisis de forma sencilla mediante técnicas polarimétricas (separan la luz polarizada de la que no lo es).

Desde la sede del Observatorio Austral Europeo (ESO) en Garching, al sur de Alemania, expertos han dicho a Efe en Berlín que este hallazgo puede contribuir a futuros descubrimientos en otros lugares del Universo. "Si existe, encontrar vida fuera del sistema solar depende exclusivamente de disponer de técnicas adecuadas", ha señalado Palle, quien ha apuntado que en diez o doce años se podrían aplicar estas técnicas en telescopios.

A su juicio, este trabajo es un paso importante para alcanzar esa capacidad: "la espectropolarimetría nos facilitará la detección de biomarcadores en la superficie de un planeta".

El equipo ha admitido que este nuevo "método no arrojará datos sobre hombrecillos verdes o vida inteligente, pero su aplicación en las nuevas generaciones de telescopios más potentes podría fácilmente brindar a la humanidad la noticia de que hay vida más allá de su planeta", concluye el IAC.