Tanto es así, que solamente en España cada oveja trashumante traslada diariamente unas 5.000 semillas y abona el terreno con más de 3 kilos de estiércol, y cada vaca aporta 50.000 semillas y unos 30 kilos de estiércol, a lo largo de unos 20 Kilómetros diarios de recorrido. 

Así lo ha afirmado en entrevista el investigador, naturalista y colaborador de Félix Rodríguez de la Fuente, Jesús Garzón Heydt, referente en el mundo de la trashumancia, actividad milenaria que defiende con ahínco por su importancia para la conservación de la diversidad biológica y la mitigación del cambio climático.

Por tanto, resume Garzón, cada rebaño de 1.000 ovejas o de 100 vacas trashumantes dispersa más de 150 millones de semillas y unas 100 toneladas de abono, a lo largo de más de 500 kilómetros de valles, ríos, laderas, montañas y mesetas, durante sus desplazamientos de aproximadamente un mes.

En su opinión, el manejo adecuado de los pastizales, la plantación de arbolado y las correctas prácticas agrícolas pueden fijar del 10 al 20 % de las emisiones globales de combustibles fósiles, por lo que la conservación del pastoreo extensivo se plantea como una de las grandes alternativas para el desarrollo sostenible. 

Según Jesús Garzón, desde hace al menos 5.000 años, los ganaderos ibéricos han desplazado sus rebaños entre los valles en invierno y las montañas en verano, recorriendo para ello cientos de kilómetros cada primavera y cada otoño.

Han contribuido así a la conservación de unos pastizales naturales que mantienen una de las mayores diversidades biológicas del mundo, con más de 40 especies diferentes de plantas por cada metro cuadrado de terreno: "Es como si en una mesa de oficina tuvieras cuarenta especies distintas".

Estos ecosistemas albergan también algunas de las especies más amenazadas del mundo, como el oso o el quebrantahuesos, y sirven de área de invernada, entre octubre y marzo, para unos 500 millones de aves europeas. Como ejemplo cercano de la importancia de la trashumancia, cita Garzón al urogallo, especie en peligro de extinción que necesita un territorio limpio por el que antes hayan pasado las ovejas para poder criar.

Recuerda Garzón que España desde épocas remotas era símbolo de ganadería y bosques y los fenicios y griegos antes de llegar sabían que se estaban aproximando a la península por el aroma de estas actividades rurales que insiste en defender que es necesario proteger y aumentar porque nos jugamos el futuro.

Desde su Asociación Trashumancia y Naturaleza, Garzón quiere extender también fuera de las fronteras españolas su defensa de la esta actividad vital para la naturaleza.