Un mapache bastante sediento se coló en las instalaciones de un depósito de cervezas neoyorkino y bebió lo que se encontró por el camino, es decir, cerveza. El resultado fue la escena que se encontraron los trabajadores del almacén cuando entraron. El animal estaba rodeado de cascos de cerveza vacíos y no conseguía dar más de dos pasos seguidos sin volcar y acabar en el suelo.

Los empleados decidieron grabar la escena y subirla a Youtube. "Tío, tienes un problema. Esto es una intervención", bromeaba uno de los trabajadores. El vídeo ha recibido más de 2 millones de visitas en solo dos meses.

Sin embargo, el gusto de los animales por el alcohol u otras sustancias no es algo tan extraño. Los elefantes de Sudáfrica buscan los frutos de los árboles de marula fermentados por el calor del sol para experimentar sensaciones nuevas, según cuenta la leyenda. Por su lado, los marsupiales australianos degustan las amapolas de los campos para lo propio mientras que los perros prefieren una sustancia que segregan algunos sapos.

La comunidad científica afirma que las historias sobre animales drogados son "anecdóticas, folclóricas o míticas" y que, tal vez, la embriaguez de los animales salvajes sólo exista en el ojo, a veces distorsionado, del que la contempla".