Para ella, solo existe el consumo corresponsable y ecológico. Se ha formado en el Institut Paul Bocuse de Lyon, una de las escuelas de cocina más prestigiosas, y se ha criado en una familia de restauradores y productores ecológicos.

Annarita decidió poner en marcha este proyecto, porque encontró aquí el equilibrio entre su vida personal, su pasión por la cocina, la parte economista y la parte responsable con el medioambiente.

Esta emprendedorapropone cada semana un menú casero y ecológico. Consigue calcular todas las recetas para no generar ni un tarro de más y llegar al final de la cadena de producción con la nevera vacía.

Todo el proceso está muy organizado. Los clientes pueden pedir hasta el miércoles por la noche, cocinan de viernes a sábado y entregan entre el domingo y el lunes.

Tienen dos perfiles de clientes: personas que viven solos y trabajan y familias que acaban de tener niños. El denominador común es la falta de tiempo y el interés por cuidar la salud y el planeta.

Todos los envases son tarros de vidrio retornables. De esta forma, la comida se puede guardar durante diez días, porque están envasados al vacío, se pueden calentar en microondas y, una vez, que ya ha terminado la semana, nos devuelven los tarros vacíos y si quieren otro menú se lo pueden llevar. Si no, en el momento que entregan los tarros vacíos se les devuelve la fianza que dejan en la primera compra.

Los ingredientes ecológicos cuestan tres veces más que un ingrediente convencional. Sin embargo, sus menús no cuestan el triple porque trabajan sobre los márgenes y los desperdicios.

Para ella, comer ecológico siempre ha sido la normalidad y con su negocio quiere democratizar este tipo de alimentación que respeta el planeta.