Las morsas son expertas buceadoras y con frecuencia se sumergen cientos de metros hasta el fondo de la plataforma continental para buscar alimento. Sin embargo, el hielo marino les sirve de superficie para dar a luz, amamantar a sus crías y eludir a los depredadores, y cuando es escaso o inexistente acaban refugiándose en tierra firme.

Las morsas pueden llegar a medir tres metros de largo y pesar 1.225 kilos.

El biólogo del Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos Joel Garlich-Miller destacó la alta tasa de mortalidad de esta especia, causada en gran parte por estampidas.

Este movimiento de masas puede ser peligroso para las morsas jóvenes que pueden ser pisoteadas por una estampida provocada por los aviones o los depredadores, como los osos pardos y osos polares.

Se estima que la población de morsas del Pacífico puede rondar los 250.000 ejemplares.