Carme Artigas es de un pueblo del Maresme barcelonés con tradición marinera, de pescadores y aventureros. En Vilassar de Mar nacieron el ex ministro socialista Ernest Lluch –asesinado por ETA hace ahora 20 años– y la cantante Bad Gyal –una de las reinas del trap ibérico–. A principios de este año, el presidente Pedro Sánchez nombró a Artigas secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial para impulsar la transformación tecnológica de nuestro país. Su departamento ya está ultimando la Carta de Derechos Digitales. Antes de entrar en materia, Levanta la cabeza quiso saber con qué serie ha disfrutado Carme Artigas, cuál ha sido su última adquisición tecnológica y qué libro está leyendo. Y ella se ha ido al pasado con ‘Babylon Berlin’, una producción histórica ambientada en la Alemania de la República de Weimar; al presente, con un patinete eléctrico que ya ha estrenado; y al futuro, con la novela ‘Exhalación’, del escritor Ted Chiang, el Philip K. Dick del siglo XXI, uno de los novelistas de ciencia ficción más laureado capaz de abrir puertas a percepciones no conocidas. Vayamos a lo importante.
Todos los expertos tecnológicos y empresariales coinciden en que la pandemia ha acelerado el proceso de digitalización ¿Cuáles son los sectores menos preparados para esa transformación digital en España?
Algunos de los sectores que menor inversión y preparación presentan en este ámbito son el inmobiliario, el agroalimentario, la sanidad, la logística, la química o el sector servicios. Según estima un informe reciente de ADigital, estos sectores presentan un grado de digitalización medio-bajo, un 3 %, pese a agrupar el 52 % de la economía y el 60 % de la fuerza laboral. Sin embargo su aportación a la economía digital del país es baja, sobre el 10 % del total. Algunas de las medidas a implementar para paliar esta falta de digitalización son la agilización de los sistemas de información y el modelo de compartición de datos, poniendo énfasis en la seguridad, así como la innovación y la mejora de la eficiencia en la productividad a través de la tecnología. El plan España Digital 2025 recoge propuestas ambiciosas en ese sentido, precisamente para impulsar la necesaria digitalización de todos los sectores productivos.
El otro día la vicepresidenta Nadia Calviño aseguró, durante un evento de la FAD, que pronto se pondría en marcha un bono de conectividad social ¿Sigue siendo un problema la conectividad? ¿Dónde están las principales brechas digitales?
Las brechas son muchas: sociales, de género, económicas… y la pandemia ha puesto de manifiesto que la brecha digital ahonda todas ellas. En concreto las grandes brechas digitales son fundamentalmente tres. Una de acceso, referida a tener o no tecnología y conectividad; otra de uso, referida a en qué condiciones se puede utilizar esa tecnología –porque no es lo mismo tener un solo ordenador en casa que tener uno por miembro de la familia–; y una tercera de competencias, referida a tener la capacidad y el conocimiento suficiente para utilizar la tecnología.
Sobre la primera, en la actualidad hay una tasa de cobertura de banda ancha del 91 % del territorio, y se llegará al 93 % cuando se ejecuten los proyectos que están en marcha del Plan de Extensión de Banda Ancha. Respecto a la segunda, hemos puesto en marcha proyectos como el Programa Educa en Digital para dotar de dispositivos y conectividad a alumnos de familias vulnerables, entre otras medidas. Y sobre la tercera, el Plan España Digital 2025 que mencionaba antes cuenta con un ambicioso Plan Nacional de Habilidades Digitales.
En tu visita a León para presentar la ciudad como candidata a ser centro europeo de ciberseguridad, dijiste que las dos principales palancas serán la transformación digital y la ecológica. Y que el sector tecnológico va a significar en breve el 40 % del PIB europeo ¿Dónde se sitúa España? ¿Cuáles son nuestras virtudes y nuestros defectos?
El tamaño de la economía digital en España se aproximó al 19 % del PIB en 2019, alrededor de un 9 % de este dato se trata de impacto directo. Con este indicador, nuestro país se sitúa por encima de la mayoría de países a nivel mundial, aunque todavía lejos de los líderes en materia de digitalización como EE. UU. o China. Este resultado además sitúa la economía digital como el segundo sector más relevante del tejido productivo español, por encima de sectores como el alojamiento y la restauración (6,2 %) o el comercio minorista (6 %). Tan solo el sector inmobiliario está por encima con un dato del 12,3 %.
Según datos del análisis DAFO de la Transformación Digital de España en 2020, hay importantes virtudes en este sentido. Por ejemplo, un importante desarrollo de las infraestructuras digitales, entre las que destaca el amplio despliegue de fibra óptica o el grado de digitalización de nuestras grandes empresas y los servicios públicos, con un desarrollo creciente de la administración electrónica. Es cierto que hay sin embargo cuestiones a abordar, como son una digitalización de las pequeñas y medianas empresas aún pendiente, un bajo nivel de inversión en I+D y un capital humano digital limitado debido a un conjunto de habilidades tecnológicas básicas mejorables en la población, así como una carencia de especialistas TIC y de incentivos profesionales capaces de atraer ese talento.
Cada vez más voces reclaman que el avance de la inteligencia artificial (IA) sea lo más ético e inclusivo posible ¿Confías en que así será? ¿Quién es el principal enemigo de este uso responsable de la IA?
La IA es una tecnología disruptiva basada en el uso masivo de grandes cantidades de datos, a través del cual se pueden detectar tendencias y patrones para tomar mejores decisiones y ahorrar costes. Al hablar de Inteligencia Artificial siempre hablo de cuatro grandes retos que debemos abordar. Uno tecnológico, para dotarnos de una IA robusta, auditable y explicable; uno ético, para que la IA encaje con los principios y valores sociales; uno normativo, ayudando garantizar un entorno seguro y confiable; y uno social, ya que debemos ser capaces de medir el impacto de la tecnología en la sociedad y clarificar su gobernanza.
La Agenda Digital está basada en cuatro pilares: la sanidad digital, el turismo inteligente, la movilidad sostenible y la agroalimentación digital ¿Puede detallar algo más de cada proyecto?
El Plan España Digital 2025 contempla impulsar una Sanidad digital mejorando la eficiencia y eficacia del sector agilizando los sistemas de información y fomentando la personalización de servicios y la compartición de datos de forma segura. También aborda el desarrollo del Turismo inteligente mediante la aceleración de la digitalización del sector para mantener el liderazgo competitivo mediante la mejora de la productividad del tejido empresarial, la sostenibilidad y la calidad de los servicios públicos turísticos. En tercer lugar, apuesta por poner la Movilidad sostenible impulsando una transformación del modelo de movilidad para hacerlo más sostenible y eficiente, atendiendo a las nuevas necesidades de movilidad e impulsando la colaboración multisectorial. Por último, es necesario impulsar un sector agroalimentario digital, apostando por el refuerzo de la trazabilidad, la información al consumidor y la adopción de modelos más productivos y sostenibles a través de la digitalización.
¿Por qué los españoles no se están descargando la app RadarCovid? Hablando con algunos expertos, aseguran que la polarización política puede influir ¿Habría otras razones?
Los españoles sí se están descargando la app: sin una gran campaña institucional detrás y sin que las principales CCAA estén haciendo uso de esta herramienta de protección hay más de 4,6 millones de descargas. Ahora es necesario que las CCAA que faltan por repartir códigos de forma efectiva, en concreto Comunidad de Madrid y Cataluña, lo hagan. Eso permitirá que los códigos lleguen al personal sanitario y ellos los pongan a disposición de los diagnosticados positivos tras un PCR. La tecnología no debería tener color político, y menos cuando su finalidad es proteger a la ciudadanía de una emergencia sanitaria. Por eso es tan importante que las autonomías protejan a su ciudadanía utilizando de forma activa esta herramienta.
¿Has visto el documental ‘El dilema de las redes sociales’? ¿Cómo podemos afrontar como ciudadanos críticos el control que ejercen los gigantes tecnológicos?
La tecnología ofrece enormes oportunidades, pero también encierra posibles riesgos que debemos entender. Como individuos debemos ser conscientes de la situación, para decidir qué información compartimos entendiendo el uso que se hace de ella y para ser críticos a la hora de consumir la información que nos llega a través de determinados cauces. Nuestra labor es garantizar un entorno seguro y confiable para la ciudadanía, con una protección legal igual tan efectiva como la que contamos en el mundo ‘real’, y por eso estamos ultimando la nueva Carta de Derechos Digitales de España.
¿Qué te parece que Facebook e Instagram anuncien que están pensando dejar Europa si no les dejan transferir datos a EE. UU.? ¿Tiene pinta de amenaza?
Europa es un mercado demasiado importante como para plantearse salir de él, de forma que considero que se acabarán adaptando tal y como ha sucedido, por ejemplo, con la implantación de la GDPR. Las grandes compañías deben ser capaces de adaptarse a los marcos normativos que se establecen, a fin de cuentas porque esos marcos los fijan los representantes públicos que la ciudadanía elige tener, y por lo tanto es la voluntad popular la que rige tras esas decisiones.
Como experta, ¿qué tres consejos darías a los más jóvenes para un uso seguro y responsable de la tecnología?
Primero, que practiquen el pensamiento crítico frente a fraudes, bulos y noticias falsas para distinguir entre lo real y lo falso, comprender las intenciones de los demás y evitar malas interpretaciones. Segundo, que piensen antes de exponerse: es clave proteger la propia privacidad y la imagen, ya que el contenido perdura durante mucho tiempo. Y tercero, que aprendan a comunicarse con respeto porque Internet, lo digital, está para disfrutar, no para herir a nadie. Muchas veces se emiten comentarios de forma poco respetuosa sin ser conscientes de ello.