Abogada y doctora en Derecho Constitucional, Ofelia Tejerina está especializada en tecnología de la información y las comunicaciones. Desde el año pasado preside la Asociación de Internautas y es miembro del Comité de Expertos de Levanta la Cabeza. En esta entrevista, Ofelia Tejerina reflexiona sobre el uso de la tecnología entre los adolescentes y sobre tecnología, política y legislación.

¿Conocemos los ciudadanos la Asociación de Internautas?, ¿cómo contarías qué hacéis?

La Asociación lleva 21 años trabajando para conseguir mejores regulaciones, mejores iniciativas de los poderes públicos, para limitar los malos usos de la tecnología con formación, para limitar a las tecnológicas en esos usos de la tecnología que nos perjudican, al fin y al cabo, para luchar por los derechos de la ciudadanía digital.

Son tus palabras: “Tenemos que vigilar a las empresas de tecnología para decirles me parece maravilloso esto que me estáis vendiendo, pero ¿dónde están mis derechos? Y si hay una aplicación o sus algoritmos fallan, ¿a quién reclamo?” ¿Has encontrado respuesta?

La tecnología es muy útil y cómoda, pero no siempre utilidad significa comodidad y al revés. Las empresas nos venden comodidad y rapidez, pero no siempre nos advierten de los riesgos. De manera que tenemos que ser muy cautos y exigentes a la hora de decirle a una empresa “Oye, me estás vendiendo un producto que me pone en peligro, haz lo posible para que venga diseñado correctamente”. Por ejemplo, con la privacidad desde el diseño, para que proteja mi información personal de cara a la difusión en las redes.

¿Qué ocurre entre tecnología y política? ¿Hay brecha digital?

En el panorama político tenemos honradísimas personas que consideran que la tecnología es necesaria, pero que también tiene una parte negativa y se preocupan por saber cuál es esa parte negativa. Se preocupan para que las legislaciones no sean tan laxas con las empresas y protejan más a los ciudadanos. Sin embargo, la mayoría de los políticos no están interesados en conocer las raíces del problema, y no comprenden exactamente el alcance de muchas de las normas que aprueban. Y lo peor de todo, no es que no las comprendan, eso nos puede pasar a cualquiera, no todos sabemos de medicina, arquitectura… El problema viene cuando esas personas que toman decisiones no quieren entender, no quieren consultar con expertos y no quieren saber absolutamente nada de a quién están poniendo en peligro.

Deben ser los padres quienes decidan la edad a la que un menor accede a la tecnología, porque nadie mejor que ellos los conoce.

Los niños conviven con dispositivos tecnológicos en los colegios desde edades muy tempranas creándoles una necesidad. ¿Quién debe decidir la edad adecuada?

Deben ser los padres quienes decidan la edad a la que un menor accede a la tecnología, porque nadie mejor que ellos los conoce. Sin embargo, tampoco pueden prescindir de la tecnología con sus hijos porque se mueven en ese mundo. Deben educarlos de una forma muy eficiente para que tengan los menores peligros a su alcance.

Pero hay colegios que, a los 10 años, ya les educan a través de la tecnología, y eso se contradice con lo que quieren algunos padres.

No, en absoluto. El único problema es no saber educar en el uso responsable de la tecnología, en el uso saludable, práctico y útil. A veces el uso que se hace con los niños es de comodidad para los padres. Eso sí que no.

Es muy fácil acceder al uso de las redes sociales. Encontramos chicos de 12 años.

Las redes sociales están al alcance de los menores a partir de los 14 años, eso es lo que nos dice la ley. Entiendo que un menor de 15, 16, 17 años es lógico que esté en estas redes, porque si no se sentirían marginados, pero hay que tener en cuenta que si se les deja acceder a esas redes antes les estamos exponiendo un peligro tremendo sino se les advierte de los riesgos.

¿Afectará a los egos las eliminaciones de los “me gusta” en las redes?

Sí. Ahora mismo funcionan por “likes”, funcionan por visualizaciones de contenidos y para ellos eso es toda su vida. Lo que antes considerábamos tener amigos, que era necesario conseguir la aprobación de nuestro entorno, ahora la consiguen a través de las redes. Y encima no es la aprobación de su entorno, sino que es la aprobación del resto del mundo que ni los conoce ni les importa lo que sienten o lo que piensan. Y eso es terrible, el ego se basa en “likes”.

¿Va muy rápida la tecnología respecto a la legislación?

La realidad siempre va más rápido que la legislación, pero eso también es positivo. La legislación tiene que ser pensada y reposada y últimamente se intenta legislar al mismo ritmo que asistimos al progreso tecnológico. Eso es absurdo. Es imposible acometer ese ritmo. Los proyectos tienen que ir despacio, pensados y reposados, porque luego se hacen muchas bobadas.

¿Crees que la tecnología nos iguala a hombres y mujeres?

Creo que la tecnología es igual para todos. Si todos somos capaces de acceder a sus bondades y todas las cosas prácticas que nos ofrece, la igualdad será un hecho, porque la tecnología se basa en el nivel del usuario, en las capacidades tecnológicas de cada uno, no en si eres hombre o mujer. Eso es lo de menos.

¿Qué miedo te provoca tanto avance tecnológico?

Me preocupa la tecnología que da capacidad a un gobierno para controlar a todos sus ciudadanos. Me da miedo la tecnología que da capacidad a cuatro empresas del mundo para controlar a todos los individuos, y cada vez que oigo el reconocimiento facial como una cosa maravillosa que nos facilita la vida muchísimo, se me ponen los pelos de punta porque nadie piensa en cómo legislar eso. Y luego, cuando vengan los problemas, busca un abogado.