Si estás cenando con alguien y, mientras hablas, deja de prestarte atención y desvía su mirada hacia su móvil, te están ‘ningufoneando’. Con la llegada de las nuevas tecnologías siempre aparece terminología inédita, conceptos hasta ahora desconocidos. El phubbing o ningufoneo es uno de ellos. Si ya en otras ocasiones hemos hablado del ghosting, hoy le toca el turno a otra práctica asociada al mundo online y a las pantallas.
¿Cuántas veces paseando por la calle hemos visto a una pareja en un bar en la que uno de ellos, o incluso ambos, están inmersos en la pantalla de su teléfono móvil sin aparentemente prestarse atención el uno al otro?
La manera en la que nos relacionamos ha cambiado con la aparición de internet. Ahora los adolescentes encuentran en las redes sociales un lugar en el que cimentar vínculos duraderos, algo que es visto de manera recelosa por los adultos, que lo consideran frívolo y que valoran mucho más la interacción personal.
No obstante, este comportamiento ya hace tiempo que se ramificó a edades más adultas. La posibilidad de diseñar una realidad en la que sentirse confortable es sumamente atractiva y la evasión a través de las pantallas puede derivar en un problema real si dejamos de cuidar nuestra rutina y cotidianeidad.
Las consecuencias personales de sufrir (y hacer) 'ningufoneo'
¿Qué consecuencias tiene para el individuo prestarle más atención al móvil que a la persona que le acompaña? En un estudio elaborado por Psychological Reports se relaciona de manera clara el ningufoneo (y sufrirlo) con factores psicológicos de ansiedad, soledad, depresión y hostilidad.
Para ello, realizaron dos estudios distintos. En el primero, 576 personas de entre 18 y 76 años se sometieron a un test que medía su grado de hacer ningufoneo. En el segundo fueron 510 de edades entre 18 y 58 años, pero en este caso se situaron al otro lado de la mesa y respondieron a un cuestionario sobre padecer ningufoneo.
El resultado de sendos grupos fue similar y coincide con estudios realizados acerca de la adicción al teléfono móvil. En ambos casos ambas situaciones eran reflejo de ansiedad, depresión, hostilidad y una percepción negativa del yo. Además, el uso continuado del teléfono móvil favorecía la práctica del ningufoneo.
La adicción al móvil ocasiona el deterioro del tejido social. En el estudio se afirma que “a medida que las personas están más obsesionadas con sus teléfonos móviles, se involucran menos en sus relaciones personales, se comportan de manera inestable, comienzan a perder la noción de sus habilidades e intereses, y tienen menos ganas de labrarse un futuro brillante".
Estar conectados para seguir en soledad
El estudio también enlaza ningufoneo con soledad. “Los que practican el phubbing pueden percibir a los amigos y aplicaciones virtuales con los que se relacionan como personas reales”. Los vínculos que se establecen a través de pantallas y monitores favorecen la construcción ideal de una personalidad que no se corresponde con la realidad, de un personaje. El ningufoneo propicia la distorsión entre persona real y personaje (construcción ideal en el mundo virtual), los sitúa en la misma escala de valores y deforma la percepción del mundo.
Por supuesto, el estudio revela que las consecuencias entre hacer ningufoneo y recibirlo no son las mismas, sobre todo con relación a la satisfacción personal. La persona que se siente ignorada puede llegar a sentir un sentimiento de inferioridad, como es obvio.
Consejos para evitar el 'ningufoneo'
● Poner en silencio el teléfono cuando estamos con personas.
● Desactivar las notificaciones.
● Buscar el modo ‘No molestar’ y prefijar unas horas determinadas
● Descargar herramientas para limitar la actividad en segundo plano de aplicaciones que tengamos instaladas.
● No sacar el teléfono de donde lo llevemos.
Visto esto, sería conveniente nombrar un último consejo, quizás el más importante de todos: tratar el tema del ningufoneo dentro de las familias y escuelas y educar en hábitos saludables.